De acuerdo
totalmente con lo que has dicho sobre ser exigente con ellas y en ponerles límites y ser rigurosas en mantenerlos, es cierto que les da seguridad y que les hace ver que nos preocupamos por ellas, y que nos importa lo que hagan. Te decía que soy más partidaria de los achuchones porque en cierta ocasión mi niña también estaba llorona y quejicosa, no quería dormirse y después de consolarla durante dos horas sin éxito, sin que quisiera estar en la cuna ni en mis brazos... perdí la paciencia y le di un par de azotes en la pierna (no en el pañal, fui así de bestia). La pobre lloraba tanto y se agarraba a mí de tal manera que, créeme, ha sido el único momento de todos los vividos con ella en el que verdaderamente me he arrepentido de mi actitud, y el único también que me gustaría borrar. Lo pasé tan mal, me sentí tan incapaz de ser una madre para ella, que creo que no lo volveré a hacer. La experiencia me ha servido de aprendizaje para reconocer el momento en el que pierdo la paciencia y a partir de ahí espero saber a qué atenerme en una situación semejante.
Espero que después de haberte contado mi experiencia comprendas por qué te dije lo que te dije.
Si es que la naturaleza tendría que ser un poco más sabia y dotarnos a las madres de paciencia infinita, ¿no crees?
Besitos.