La alegría de tener vida de nuevo en mi vientre poco a poco ha ido desapareciendo, el cansancio ha colmado mi cuerpo, mi mente y mis ganas de seguir viva. Lo único que me mantiene viva es la vida que aún llevó dentro porque sé que necesita de mí para vivir, y la culpa de mis sentimientos no las tiene ese pequeño ser.
También está otro ser que a momentos su sonrisa me impide encontrarme con la muerte, es mi pequeño hijo, el cual sé que una vez en que yo dejé este mundo, su futuro sería incierto, y creo que por él, más que por mi y por esta nueva vida, sigo aquí en esta tierra.
Llevó 4 meses casada con una persona que parece amar con locura a mi hijo, amar a bebé nuevo, sin embargo lo siento tan lejano, tan ausente, tan indiferente a lo que en momentos siento y experimento.
Las peleas parecen interminables, la incomprensión y poco contacto físico me alejan de mi estabilidad; busco sus brazos, su alma, pero siempre hay algo que atender, el sonar de un teléfono, el llanto de un hijo o simplemente los deseos de descansar. Tengo miedo a que eso no vaya a funcionar.
Tengo miedo, hay muchas dudas en mi cabeza, muchas frustraciones en mi vida que me hacen sentirme como un ser inservible; pienso que es injusto, es injusto la forma de que una madre deba sacrificar su vida profesional por la de sus hijos.
Tengo un trabajo que odio y aborrezco con el alma, nada hago, nada digo y nada pienso. Me encuentro haciendo algo que siempre reproche hacer, hacer labores de secretaria, y no es que denigre a las personas que se dedican a esa labor, es solo que yo no nací para perderme en papeles, contestar teléfonos y estar en la oficina todo el tiempo, y si a eso sumo la cantidad de chismes que escucho transitar por la oficina es algo que me desgasta y termina con mi poco humor.
Últimamente algunos me han dicho que no me veo feliz con este embarazo, y pues que me queda fingir felicidad y dicha de una futura mamá, porque la sociedad está acostumbrada a ver felices a todas las mamis del mundo; yo no me siento dichosa, satisfecha y feliz.
De hecho sigo sin un propósito en mi vida, permanezco porque mi hijo me necesita y ahora también este nuevo bebé, voy a la mitad de un embarazo que a penas y disfruto y que me hace comer en demasía a cada minuto, es desesperante no poder controlar lo que comes, quisiera no comer todo el tiempo y cuidar más mi cuerpo pero la realidad es que me entran unas ganas terribles de estar masticando todo el tiempo, luego de comer y comer vienen unas nauseas terribles que no terminan.
Cada tarde, busco un espacio donde yo misma pueda estar en paz y tranquila, despejar mi mente, ser persona y atender MIS necesidades y olvidar las de ese otro pequeño que llora y se emberrincha incansablemente; extraño ser yo, extraño una vida profesional dinámica que me incite a ser creativa y a sentirme una mujer inteligente; extraño sentirme amada.
Extraño a mis padres, creo que mi vida se fue en decaída después de haberme separado de mis padres y aunque ahora estoy bien con ellos, extraño su paciencia, su cariño y su amor; arrepentimiento lo hay, y mucho por todas las cosas que como hija hice en rebeldía hacia mis padres; la vida me dio dos oportunidades de valorarlos y en ninguna de ellas supe corresponderles.
A veces quisiera hablar con alguien que realmente pudiera ayudarme, alguien que pudiera entenderme, pero si algo es cierto en esta sociedad nadie escucha a una mujer embarazada cansada de la vida, solo por el hecho de no lucir radiante y feliz.
La sociedad castiga, juzga y se mofa de algo así.