Hola! He escrito este mensaje en el foro de mamás de febrero, pero lo cuelgo también aquí por si alguien más quiere sacar provecho de mi experiencia:
Hola, chicas! No he podido escribir desde el pasado lunes, y es que he dado a luz! Estaba de 37+2 semanas y cuando fui a monitores me dijeron que al día siguiente fuera a ingresar a la clínica porque me provocaban el parto. Yo tenía un presentimiento y al final resulta que fue verdad... Pasé una noche muy tranquila, la anterior al parto, intenté recuperar fuerzas y tranquilidad para el día siguiente... y por fin llegó el gran día. Llegué a la clínica Corachan hacia las 10 de la mañana, me empezaron la inducción hacia la 1 del mediodía del día 1 de febrero, y a las 21:35 daba a luz a Júlia, una niña tranquilísima y preciosa. Os explico cómo fue:
Tras ingresar, la comadrona me tomó las constantes, me puso un enema que fue de maravilla y luego un gel vaginal (prostaglandina) que me escoció un poco y me empezó a provocar un dolor parecido al de una regla moderada, ni muy fuerte ni muy leve. Era totalmente soportable y sólo necesitaba estar estirada en la cama y relajada. Este gel sirve para borrar el cuello del útero para poder tener más éxito en la inducción del parto. Estuve hasta las seis de la tarde en la habitación y entonces vino la comadrona, que me había estado monitorizando hasta entonces, y me dijo que nos íbamos ya a la sala de partos... Yo pensé... pero si no tengo demasiadas contracciones, sólo tengo un dolor de regla!!!
Cuando llegué, mientras mi marido se vestía de verde (jejeje), me rompieron las aguas (indoloro) y me anestesiaron (peridural). La anestesia es muy molesta porque sientes la aguja como va entrando en la espalda, el líquido caliente que corre por espalda y piernas, pero la verdad es que es sólo un momento de nada Y MERECE LA PENA.
Por lo tanto, se podría decir que estuve con peridural desde el primer centímetro de dilatación, y sólo tuve tiempo de sentir 3 o 4 contracciones un poquito fuertes que me provocaba la oxitocina que llevaba ya en el cuerpo.
Pasaron sólo 3 horas en las que pasé frío y temblores por la anestesia hasta que di a luz. La última media hora, que fue cuando estuvo mi médico conmigo, fue la de empujar...
Tengo que decir que con la anestesia peridural sientes absolutamente todo lo que te están haciendo pero sin ningún tipo de dolor. Sabía cuándo me hacían un tacto, cuándo salía mi niña... pero no tenía dolor. Sentía la barriga cómo subía y bajaba, cómo se iba contrayendo, pero no me dolía, sólo estaba ansiosa y cansada.
Finalmente, a pesar de que la niña quedó un poco encallada al final de la salida y la tuvieron que sacar con fórceps, salió y me obsequió con algo que no había sentido nunca: la felicidad absoluta.
Yo tenía miedo de no saber reaccionar, de no emocionarme... pero cuando la oí por primera vez, aun cuando todavía no la había visto, me puse a llorar como una tonta. Luego me la pusieron encima y casi ni la vi de las lágrimas que me saltaron de los ojos.
En todo momento la vi cuando la cuidaban en la sala de al lado, donde estaba mi marido haciendo fotos, y no la perdimos de vista ni un segundo. Cuando la lavaron y estuvo vestida con su ropita, me la volvieron a traer dentro de un arrullo, estuvo un poco con nosotros, nos hicimos unas fotos juntos, y se la llevaron un rato muy cortito a la nursery, donde le acabaron de hacer unas pruebas. Una horita más tarde la teníamos con nosotros en nuestra habitación.
Yo, al terminar de expulsar la placenta y coser los 3 puntos de la episiotomía (que fue inevitable para evitar desgarros mayores) vomité tres veces seguidas un poco de bilis y me bajó la tensión y me mareé, y fue por la anestesia... Luego se me pasó todo y me recuperé fácilmente a la mañana siguiente.
Lo peor de todo fue esto, la angustia de sentir la anestesia peridural y la molestia de los puntos a la hora de hacer los primeros pis. El resto es mucho mejor de lo que me imaginaba. Tenía pánico al parto, y he visto que es la experiencia más maravillosa de mi vida, aunque en algún momento te sientas incómoda, molesta, dolorida o agobiada. Vale la pena, y es algo que ningún hombre puede sentir, así que creo que vale la pena que nosotras lo disfrutemos al 100%.
Desde aquí animo a las que estáis en la recta final para que seáis valientes y no tengáis miedo al parto. Hay cosas mucho peores en la vida!!! Esta es todo lo contrario: lo más maravilloso que podáis vivir jamás... Mientras escribo estas líneas me saltan unas lágrimas de felicidad y cada vez que veo las fotos del parto también, y es que os vuelvo a repetir que algo como esto no lo volveréis a vivir jamás.
Aprovecho para decir que en la clínica Corachan me trataron como a una reina, y quisiera darle las gracias a dos personas especialmente: mi médico, el Dr Tomás Cortadellas, que es un encanto de persona y un gran profesional, y a la comadrona Rosor, que también estuvo conmigo desde el primer momento y supo entender mis sentimientos desde que me vió por primera vez.
A todos ellos y al resto de profesional sanitario que me atendió, miles de gracias.
Lylibru