Hoy día quisiera hacerles un homenaje a todas las mamás guerreras, a esas mujeres que realmente luchan por sus hijos, futuros o presentes, y a aquellas que perdieron a sus bebés pero aun conservan la misma fuerza y entereza. A esas futuras madres que no llegan a la veintena de años y que igual esperan a su hijo con ilusión, que enfrentan el miedo, el rechazo, la pena y la burla con grandeza, con la frente en alto y exhibiendo su barriga con orgullo. A las mujeres que por tener más de 35 años las trataron como viejas y ellas igual siguieron persiguiendo su sueño de ser mamás. A aquellas que tienen 40 o 50 años y sacan la energía de sus entrañas para poder criar hijos pequeños. A aquellas que dan todo por que su hijo tenga un pan en la mesa, por que tenga un techo, por que tenga salud, educación y moral. A aquellas que día a día encuentran la fuerza para sacar adelante su embarazo, para llevar a sus niños a la escuela o para honrar al bebé que ya se ha ido.
A todas las mamás presentes, futuras o pasadas que hacen frente a la adversidad, al miedo, al qué dirán, al prejuicio, a la violencia, a la pobreza, a la amargura, a sus demonios internos. A esas mujeres que se levantan 5 veces por noche a cuidar de su bebé, que preparan miles de biberones y papillas, planchan uniformes de colegio, hacen camas, limpian la cocina, preparan baños y son capaces de echarse en el piso a educar.
A esas mujeres a las que la vida no las vence, a esas heroínas cotidianas, les dejo mi más sincero homenaje.
Gracias por luchar por la vida.
Gracias, porque a pesar de no ser perfectas, son un ejemplo.