El último día de clases antes de las vacaciones de Navidad, mientras esperaba la salida de los alumnos tras las clases, para evitar atascar los accesos al colegio, estacioné mi coche junto a la puerta de emergencia, que se supone que está vigilada y con acceso restringidisimo.
Cual no sería mi sorpresa al contemplar que un grupito de alumnos pequeños, de no más de 11 años, entraban y salian libremente del colegio, correteaban por la urbanización y por el descampado adyacente, con total impunidad, sin supervisión y sin que nadie del colegio se diera cuenta que la puerta estaba abierta y ellos fuera del recinto escolar.
Entraban, salian, muertos de risa y yo enfrente en mi coche muerta de pavor.
Esta situación ya la denuncié de viva voz hace 3 años al jefe de estudios, haciendole saber que sus alumnos, cuando no les gustaba la comida, llamaban a telepizza que les pasaba las pizzas a traves de esa puerta trasera. Le hice saber que igual que un repartidor de pizza venia, podría venir un repartidor de "cualquier cosa", de esos que no es extraño que merodeen por las puertas de los colegios.
Volví a poner esta situación en conocimiento de la dirección del colegio en el mes de Julio, mediante un burofax cuya respuesta que se hizo esperar casi 4 meses y porque insistí, y el propio director me confirmó algo así como que "habría sido un despiste" pero que tenian las medidas de seguridad necesarias.
Ayer vi que no, que no era cierto lo que me respondió, quizá para salir del paso. Ayer pude comprobar que los niños no están supervisados, que los accesos no permanecen ni vigilados ni cerrados.
Ayer vi que, en estos momentos de inseguridad ciudadana, no podemos fiarnos de que nuestros hijos estén seguros ni en ese colegio donde nos hacen creer lo contrario.