Se debe valorar la calidad embrionaria en la fecundacion in Vitro y la ICSI para decidir los embriones que se depositarán en el útero materno mediante la transferencia embrionaria.
Mientras se realiza el cultivo de embriones se observa al microscopio su calidad.
La valoración de la calidad embrionaria implica observar la morfología de los embriones y la evolución de su desarrollo.
La morfología de los embriones se valora del siguiente modo:
Grado I: Las células o blastómeras del embrión son de igual tamaño y no poseen fragmentos. Su textura es lisa, el color es claro. No existen blastómeras multinucleadas (con más de un núcleo por célula).
Grado II: Existe fragmentación, aunque es escasa (ocupa menos del 15% del embrión) o bien, las células son poco simétricas.
Grado III: La fragmentación ocupa entre 10-40% del embrión, las blastómeras son asimétricas y/o el embrión tiene un aspecto rugoso.
Grado IV: La fragmentación es superior al 40%. El embrión tiene un color oscuro y el aspecto es rugoso.
Grado V: El embrión está completamente fragmentado y su color es oscuro.
Los embriones de grado I y II son embriones de buena calidad.
Lo embriones de grado III poseen una calidad regular, aunque dan embarazo. La calidad esta relacionada con el buen desarrollo del embrión y la capacidad de adherirse al endometrio de la futura madre, pero no implica una alteración genética en el embrión.
Los embriones de grado V no se transfieren al útero materno. Se dejan en cultivo y se observa su evolución. Prácticamente la totalidad de los embriones de grado V detiene su desarrollo. Su evolución hacía denotar que sus condiciones no le permitirían sobrevivir.
Respecto a la morfología también se tiene en cuenta el grosor de la zona pelúcida, la existencia de vacuolas en el citoplasma, la adhesión entre las blastómeras y la presencia de un anillo acitoplásmico.
El desarrollo del embrión es otro marcador de la calidad embrionaria.
Se puede generalizar del siguiente modo: a mayor número de células, mayor probabilidad de implantación en el útero materno; respetando el máximo de 4 células dos días después de la fecundación y 8 células en embriones de tres días.
Los embriones con división más rápida de lo normal no tienen un buen pronóstico, suelen tener un mayor riesgo de poseer una anomalía genética, generalmente una aneuploidía.