Foro / Maternidad

El verdadero feminicidio

Última respuesta: 1 de marzo de 2011 a las 16:33
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soda_8775502
1/3/11 a las 5:47

De unos años para acá, en México se ha acuñado el término "feminicidio" para designar una cadena de asesinatos de mujeres que no han sido resueltos, concretamente en Ciudad Juárez, al norte del país. Todas las voces se han alzado, clamando justicia para las muertas; todas las voces de la ciudadanía socialmente consciente se han alzado para pedir que pare "la violencia de género" que, suponen, se ha cometido contra las desaparecidas; las llamo así no por ninguneo, sino porque en muchos casos no han aparecido los cuerpos, por lo que no se pueden establecer realmente las causas de las muertes. Por otra parte, han surgido miles de teorías en relación con las muertas: que si fueron secuestradas y asesinadas por redes de pornografía, que si han sucumbido a la violencia doméstica...hipótesis, todas dolorosas, alrededor del sino de mujeres que han caído bajo la bota machista de una sociedad que asesina a sus hijas y no hace nada por detener a los perpetradores.
Al margen de lo que haya sucedido con estos crímenes, si es que lo son en algunos casos, ya que algunas de las desaparecidas han sido encontradas laborando en Estados Unidos, y que se perpetran desde la misma sociedad que denuncia, el verdadero feminicidio, entendido como se quiere entender en el contexto de las llamadas "muertas de Juárez" o ahora, con las del Estado de México, como asesinato sistemático de mujeres, lo perpetra el propio Estado mexicano.
No hacen falta cifras: basta con darse una vuelta por foros como éste para ver cuántas mujeres claman en su desesperación ante un embarazo no deseado o no buscado. Basta ver qué preguntas formulan estas mujeres que no tienen acceso a un aborto en condiciones sanitarias adecuadas para percatarse que están dispuestas a tomar las medidas más extremas con tal de terminar con un embarazo que, por las más variadas causas, no pueden o no desean llevar a término. Porque no todas tienen la posibilidad de viajar a la Ciudad de México, donde, hasta la semana 12 de gestación pueden acceder a la ILE, o interrupción legal del embarazo. Muchas, por carecer de medios económicos; otras, porque no encuentran la manera de hacerlo; y otras más, porque consideran que, al ser ilegal el aborto en sus estados de residencia, es mejor hacerlo "discretamente", ya sea en su hogar o en un cuarto de hotel. A la desesperación se le suman el secreto profundo en que tienen que envolver su decisión, el recorrer farmacias en busca de la pastilla milagrosa, rogando, en su fuero interno, que funcione para no tener que ir a dar a un hospital, el ponerse en manos de gente con pocos escrúpulos que busca sólo su dinero pero a la que su salud importa muy poco. Pocas veces se encuentran con una respuesta solidaria; han de vérselas simplemente con la lucha que se libra en su cabeza, fomentada por una educación "tradicional" que las lleva a verse a sí mismas como úteros sin más aspiraciones que servir de hogares transitorios: "eres mujer y es tu deber ser madre, ¡ay, pobrecita de Zutana, ha de vivir muy triste porque nunca tuvo hijos!, ¿de qué te van a servir el dinero y la carrera si no tienes la alegría más grande, que es tener hijos?, ¡es que es tan lindo ser mamá!, no importa que no tengas dinero, vas a sacar a tu hijo adelante, si el padre se fue es lo de menos, PARA ESO SOMOS MUJERES". Nociones todas equivocadas que no sólo no ayudan a estas mujeres sino que contribuyen a confundirlas aún más: por un lado, lidian con el hecho duro y crudo de que el aborto sigue siendo ilegal en casi todo México y cargan con el peso que la noción de estar cometiendo un delito en y con sus propios cuerpos les echa sobre los hombros; y por otro lado, la losa cultural que supone el rol que se adjudica a la mujer prácticamente desde que nace, esto es, el de esposa y madre, en el escenario ideal, o en el no tanto, el de madre soltera que DEBE de sacrificarlo todo por su hijo, lo quiera o no, le guste el papel o no, esté preparada o no. Pocas veces se habla abiertamente de la responsabilidad masculina o de la falta de la misma. Si acaso, se escuchará un: "ya sabes cómo son los hombres, así son todos, en cuanto ven el problema, corren, son todos unos inmaduros, pero SOLAS PODEMOS", añadiendo una presión más: la de convertirse en Wonder Woman aureolada de superioridad moral porque ella sí puede, ella debe estar preparada en todo momento, si ella no es madura tiene nueve meses para madurar. Con semejante bagaje, no es extraño que muchas mujeres que toman la decisión de abortar, cuando el proceso ha concluido, se depriman. No es el dichoso síndrome post-aborto, argumento muy sobado y llevado y traído por los pro-vidas: es la dura lucha que se sostiene en la cabeza de la mujer que abortó al saberse delincuente condenada por las autoridades, asesina condenada por la sociedad y fracasada culturalmente hablando porque faltó a su deber. ¿Es esto poca causa para una depresión severa? No. La mujer que aborta falla, les falla a todos, fracasa en todo "por cobarde". Y todo esto, si el proceso salió bien, si le vendieron las pastillas que necesitaba y requería, si tuvo la suerte de administrarse la dosis correcta en el momento correcto. Porque si no, tendrá que enfrentarse a la autoridad cuando llegue al hospital a que le practiquen un legrado por aborto incompleto. Tendrá que enfrentarse a la suspicacia de los médicos y a sus propios miedos de haber dejado restos de pastillas en su interior, que pudieran delatar su condición de "asesina"; si no sucede en los hechos, por lo menos pasará en su mente, agregando otra tensión, completamente innecesaria, a las ya existentes. Cada palabra del médico le parecerá una acusación, en cada mirada de la enfermera creerá ver que se sabe "su pecado" y cada que se abra la puerta de la habitación del hospital esperará ver aparecer al representante de la ley, que viene por ella a condenarla a seis años en prisión por haber decidido no ser madre. Y a la que llevó a cabo el proceso satisfactoriamente, no se le permite sentir el justo alivio: debe de pasar por un duelo, "porque perdió la oportunidad de ser madre", aunque no lo haya querido, y habrá de buscar cuanto antes redimirse haciendo justamente aquello que no quiso. Así lo dicta la sociedad. Porque también, para la misma, no hay cosa tal, es inconcebible el que una mujer diga, simplemente, "NO QUIERO". No, eso no existe, hay que inventarle que es una irresponsable de lo peor, que se va a pasar la vida abortando porque "es una asesina sin corazón", que si siente alivio después del aborto "ya se arrepentirá después", y si no lo hace porque su decisión fue meditada cuidadosamente y fue tomada de manera responsable, es que es una "sociópata".
Si se habla de asesinatos sistemáticos, bien podemos decir que el verdadero feminicidio lo perpetran los estados que aún no legalizan el aborto y que no lo contemplan en un futuro cercano. Porque, errónea-lo que supone falta de intencionalidad-o maliciosamente se niegan a ver el aborto como lo que es: un problema de salud pública. La política de la avestruz nunca ha llevado a nada, porque bien se sabe que no por no hablar de un problema éste deja de existir. Se sabe que cada año miles de mujeres mueren por abortos mal practicados o por infecciones derivadas de lo mismo. ¿Qué están esperando los gobiernos locales para acabar con esta situación, para brindar las condiciones necesarias para evitar las muertes? Quién sabe. Con la criminal complicidad de la sociedad en general, y de algunas mujeres en particular-que parece que algunas se gozan en acusar a sus congéneres por las más diversas causas, que van de lo ético a lo mezquino(en lo que caen muchas que no han podido ser madres y atacan sin ninguna piedad a las que no quieren)- los gobiernos han optado por "que cada quien se las arregle como pueda". Quizás no persigan abiertamente a las mujeres que abortan o a los médicos que practican el aborto, tal vez no van tras los estafadores-algunos-que venden la pastilla mágica por Internet. Sin embargo esta actitud, timorata y cobarde, cada año deja saldo rojo. Un saldo que la misma sociedad, prejuiciosa y sin entrañas, en ocasiones festeja: "qué bueno. Ella se lo buscó. Por cobarde y asesina".

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soda_8775502
1/3/11 a las 16:33


Y lo que más vergüenza da es pensar que hay Estados en Latinoamérica regidos por mujeres que no se tientan el corazón ante lo que pasan sus congéneres. Pero eso ya será motivo de otro post.

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