Mi experiencia

¡Hola!

Es la segunda vez que intervengo en este foro. Os descubrí la semana pasada y tengo que reconocer que me emocioné. Hace un año que empecé un tratamiento de reproducción asistida, y a las innumerables molestias que tienes que afrontar (estrés, frecuentísimas vísitas al ginecólogo, pinchazos, efectos secundarios provocados por la medicación) le acompañaba hasta ahora una tremenda sensación de soledad. Pero gracias a vosotras me encuentro que no soy tan bicho raro, que mis dolores, manías, bajadas de ánimo y dudas son compartidas por otras muchas mujeres. Y eso ayuda mucho.

Mi edad es cercana a los 40. Llevo casi 10 años con mi marido. Casi desde el principio de nuestra relación supe que él tenía un problema de infertilidad que lo imposibilitaba totalmente para ser padre biológico. En realidad fui yo la que le empujó a hacerse las pruebas, ya que tuvo una grave enfermedad en su adolescencia que podía dejarlo estéril. Lamentablemente, los análisis confirmaron mis sospechas. Aún así, decidí que mi relación con él me compensaba en otros muchos aspectos y quería seguir a su lado. Tuvimos, eso sí, una fuerte crisis porque mi marido no entendía por qué quería yo recurrir a la iad (incluso lo sometió a debate en su familia, sin yo saberlo hasta tiempo después) y prefería la adopción. Al final transigió a regañadientes y acordamos que cuando decidiésemos ser padres, al menos uno de nuestros hijos sería biológicamente mío.


Durante muchos años no pensé mucho en el tema, tenía bastantes problemas en mi vida que debía resolver y pensé que lo mejor sería no machacarme con uno más, ya lo afrontaría en su debido momento. Bueno, pues ese momento llegó hace un año aproximadamente. Antes de empezar el tratamiento me hice todo tipo de pruebas que descartasen posibles problemas. Todo perfecto, según los médicos. Pero justo antes de empezar el tratamiento, estando de vacaciones, me dio una crisis anímica tremenda. Creo que todo el sufrimiento que había evitado durante esos 9 años me vino de golpe: no podía dormir, no disfrutaba de nada Me atormentaba la idea de que mi hijo fuese hijo biológico de un desconocido, que mi marido lo rechazara, que mi familia terminase averiguándolo (yo no les he dicho nada), que alguien de la familia de mi marido se fuera de la lengua Gracias a la ayuda de una psicóloga y a la de mi marido (que ya parecía más sensible a mi sufrimiento) logré salir del bache y empezar el tratamiento bastante animada. Pensaba que todo sería coser y cantar, dados los buenos resultados de los análisis que me habían hecho, mis antecedentes familiares (vengo de una familia numerosa) y el hecho de que en una iad el semen del donante se supone se calidad óptima. ¡Qué ilusa! Llevo 4 ciclos y no ha habido resultado positivo. Al principio no llevaba tan mal los fracasos, pero después del último me vine abajo completamente. Nunca, nunca, nunca pensé que mi cuerpo no me iba a responder, era tal mi sufrimiento e impotencia por el problema de mi marido que pensé que iba a acompañarme la suerte. Ahora estoy un poco más animada (por decir algo) y he decidido hacer un ciclo más de ia. Si no tiene éxito, ya veremos que hago después.

Os agradecería que alguna de vosotras, sobre todo si ha pasado por una iad ,me contara su experiencia. Es agotador soportar el tratamiento, mantener la fachada delante de familia, amigos y compañeros de trabajo, y plantearte que si por fin logras el embarazo, te vendrán otros problemas en el futuro: la dichosa preguntita ¿A quién se parece el niño?, ver cómo se comporta mi familia política y si son capaces de callar lo que su hijo (no yo, insisto) les ha contado, como decirle a un hijo que no es hijo biológico de quien cree A veces pienso que no voy a poder aguantarlo.

Un abrazo muy fuerte y suerte para todas.