Hernia diafragmatica
Buenos días,
Comparto totalmente tu sentimiento de angustia. En mi caso estaba embarazada de gemelas, tuve un embarazo realmente malo, tuve hiperémesis gravídica (no paraba de vomitar en todo el día) en vez de ganar peso, lo perdí, y al final del embarazo tuve principio de preclampsia. Tenía programado el parto para esa mañana, pero esa misma noche me puse de parto; así que empezamos el parto natural, pero mi primera pequeña empezó con taquicardias así que me pasaron a quirofano para hacerme una cesárea de urgencia. No pude ver a ninguna de las dos al nacer, y solo escuché el llanto de una de ellas ya que se las llevaron rápidamente para ver su estado. La que tenía las taquicardias tenía anemia congénita, pero no revestía gravedad y a la que parecía venir sana por desgracia le diagnosticaron una hernia diafragmática, que no habían visto en las ecografías a pesar de hacerme una cada dos semanas durante todo el embarazo. Así que me encontraba a las 3 horas de mi parto, sola el mi habitación, y con un sentimiento de vacío inmenso, sin mis niñas y con el dolor de poder perder a una de mis hijas. Los ginecólogos me dijeron que se tenían que llevar a mi pequeña a otro hospital donde poderla operar inmediatamente y así lo hicieron, se ocuparon de todo perfectamente, antes de llevársela pude ir a verla, pero como no podía dejar de llorar, no conseguí más que conservar una imagen borrosa de mi niña. Mi marido se fue con ella y yo me quedé con la otra pequeña en la clínica donde dí a luz. Estuvimos dos semanas separados, yo en la clinica con la primera y él en el otro hospital con la segunda. Todos los días a ultima hora me traía vídeos y fotos de mi pequeña entubada y con vías por todo el cuerpo, hinchadita por la medicación y dormida por la sedación, y yo no podía parar de llorar durante horas, me daban tranquilizantes para dormir y aún así me costaba, la tensión se me puso en las nuves aún con medicación para controlarla. La operación fue al día siguiente de nacer y fue un éxito, pero la tuvimos un mes en aquel hospital temiendo por la vida de nuestra pequeña. Yo vivía en un dilema horrible, por un lado estaba contentísima con mi primera niña en casa, y por otro lado todo el día en el hospital con la otra pequeña esperando a que se recuperase. Por tres veces nos dijeron que nos la podríamos llevar a casa, y a la tercera ya no me creía que realmente la tuviese en mis brazos y vestidita de calle para salir de allí. Cuando la puse en la cuna con la otra pequeña rompí a llorar de felicidad. Hoy tienen dos años y medio y cada día cuando la visto y veo su cicatriz, me siento la persona más privilegiada del mundo por que mi princesa sigue con vida y cada día más feliz. Es una niña sana y hermosa. Después de lo mal que lo pasamos hoy no podemos ser más felices, pero confieso que hay días que sigo llorando al recordar lo que sufrimos todos por nuestras pequeñas.