Reza por lograr entender otras mentalidades
En primer lugar, te diré que asistí a 5 ecografías de Pablo, mi bebé down.
Lo recuerdo desde que era una bolita en la primera, cuando le oí latir el corazón en la segunda, a las 12 semanas, en la eco privada del primer trimestre, cuando le vi hasta los huesos de la columna vertebral, le conté los dedos y volví a oír su corazón. Esa misma semana, en la eco del primer trimestre de la seguridad social, cuando me dijeron que era un niño y por último, en la eco de la amnio, a las 16 semanas. Guardo todas las fotos de esas ecos. Como ves, yo vi mi propio documental, no me hizo falta National Geographic (que también he visto).
Yo tampoco discrepo contigo en que la concepción es el momento en que se crea al ser humano. Y también comparto que el aborto es una muerte.
A mi nadie me engañó, Magui.
Tomé una decisión, de la que, lo siento si no lo entiendes, no me siento culpable, ni me arrepiento.
Si soy víctima de algo, es de la mala suerte de que esta negra lotería me tocase a mi (y a mi hijo).
Eso no significa que fuese una decisión fácil de tomar. Decidir sobre la vida de un hijo es una de las peores decisiones a las que te puedes enfrentar como madre.
Me sentí muy triste, pues Pablo era un hijo muy deseado.
Por otro lado, apostaba al todo o nada, pues yo no sabía si, con 42 años que tenía entonces, lograría ser madre de nuevo. A pesar de eso, elegí.
Decidí con la libertad que las leyes me permiten.
No estamos en la Alemania de Hitler, atenazados por el terror, sin derecho a protestar por el miedo.
Nuestras leyes son democráticas y consensuadas por mayoría. Y nuestros políticos tienen la obligación de gobernar PARA TODOS, no en función de sus convicciones morales, sino de la sensibilidad de la sociedad que les toca vivir.
El Sr. Gallardón, por ejemplo, está sacando adelante la ley que no pudo terminar su padre. Es decir, no desea legislar para todos, desea complacer a la memoria de su padre. Pero esta sociedad ha cambiado en estos últimos 30 años, la mentalidad ha evolucionado y la ciencia también. Por eso hay voces de su mismo partido en contra de su radicalidad.
El cree que yo no puedo decidir sobre la vida de mi hijo, per la realidad es que él no es quien para decidir sobre mi vida y la de mi familia.
Cuando yo nací, mi madre no supo que era una niña hasta que oyó mi llanto en el paritorio. Ella no hubiese podido decidir.
Las pruebas diagnósticas invasivas como la amnio ¿para qué crees que valen hoy?, ¿para saber si es niño o niña?.
Son pruebas que no son obligatorias, por eso quien piensa como tú no se arriesga y, quien piensa como yo, obtiene información para poder decidir.
Qué harías tu (o Gallardón).. ¿prohibirlas?
No se puede imponer a una familia vivir con una discapacidad. Y más cuando el propio estado no está dispuesto a asumir ni la partida presupuestaria que todavía tiene sin asignar a la Ley de la Dependencia.
En la Seguridad Social me dieron un sobre con información sobre las ayudas para personas discapacitadas. En plena época de recortes sociales, me pregunté cuánto durarían esas ayudas vigentes, y si realmente ese sobre disuadiría a alguien.
Mi problema no era económico. Mi problema era que yo con 42 años y mi pareja con 60... ¿cuántos años podríamos estar seguros de que a ese bebé/niño/hombre no le faltaría afecto, sustento o cuidados?, ¿quién se iba a hacer cargo de él cuando no estuviésemos?
Magui, ¿sabes que la esperanza de vida de un down son 60 años?
Down no es solo un problema cromosómico, también es un asunto familiar. Pensé en la vida que nos esperaba a su padre y a mi y la verdad, no quise que mi pareja condicionase los últimos años de su vida a la realidad down. Preferí otorgarle la posibilidad de reescribir esta historia con otro final.
En lo referente a mi, leo los posts de las mamis down, a quienes admiro y aplaudo.
No quise ser una de ellas.
Cuando cuido de mi hijo Luis (mi segunda oportunidad), y veo como evoluciona cada día, imagino cómo serían mis días si estuviese contemplando a un bebé con un progreso condicionado y se me partiría el alma. No lograría fuerzas para sacarlo adelante. Estaría completamente deprimida.
No me siento menos valiente que esas madres, porque valor hay que tener mucho para decidir sobre la vida de un hijo, encajar el golpe, resurgir de tus cenizas y continuar.
En la vida, hay situaciones sin salida en las que, hagas lo que hagas, pierdes. Esta es una. Pierdes si sigues y pierdes si no continuas.
Lo triste es que se den estas circunstancias.
Cada cual sale de ellas como puede.
Tú elegirías tu conciencia y yo elegí otra oportunidad.
Te escribo con mi bebé Luis en brazos, con 8 meses y sano: mi otra oportunidad.
