Un matrimonio italiano decide dar a luz gemelos con una malformación mortal para donar los órganos
Confortado por la fe religiosa", un matrimonio napolitano ha tomado una decisión destinada a crear polémica. La joven pareja permitirá que nazcan sus gemelos, afectados por una rara malformación que les condena a morir tras el parto, con el único objetivo de que puedan convertirse en donadores de órganos para otros bebés. "Cuando los médicos nos dijeron lo que ocurría se nos cayó el mundo encima. Pero al mismo tiempo sentíamos que estos dos bebés podían ser una esperanza, por eso hemos decidido seguir adelante, confiando en el Señor", ha explicado el padre.
La madre, Michela Ingenito, una empleada de 26 años, rechazó la posibilidad del aborto terapéutico y se encuentra en estos momentos en el sexto mes de embarazo. Las criaturas que está gestando -el nacimiento está previsto para el 21 de abril- carecen de futuro, al estar afectadas por acrania: los gemelos nacerán sin la bóveda craneal, lo que equivale a decir sin posibilidades de supervivencia. La esperanza de vida de ambos es de pocas horas.
Michela y el padre, Andrea Abagnale, transportista de 34 años, relataron su historia a Metropolis, una revista de gran difusión en Pompeya, la localidad donde habitan, cerca de Nápoles. La pareja subraya en la entrevista que su elección ha estado dictada por su profunda fe católica, en la que basan toda su vida. "La vida de nuestros gemelos, aunque breve, no será inútil", señalan. "Nuestro sacrificio, nuestros sufrimientos, contribuirán a dar esperanza y felicidad a otras familias que podrán abrazar a sus pequeños". Cualquier opción alternativa al aborto, aunque sea terapéutico, es vista con agrado por la Iglesia católica, al mismo tiempo totalmente contraria a la clonación de embriones humanos para uso clínico. El caso se sitúa así en los límites de la moral cristiana y de la ética médica. Nada de esto ha impedido a Michela y Andrea seguir adelante, apoyados, como ellos mismos cuentan, por un grupo de plegaria que la pareja frecuenta en Pompeya, donde hay un santuario que atrae a unos dos millones de peregrinos al año.
"Al principio creíamos que los problemas del embarazo, como la amenaza de aborto, se justificaban porque esperábamos gemelos. Pero el ginecólogo nos dijo que no. En una visita de rutina, para hacer una ecografía como tantas, vimos que el médico cambiaba de expresión, como si estuviera a punto de darnos una noticia terrible. Así fue", relata Andrea. La decisión de seguir adelante hubieran querido mantenerla en secreto. "No habríamos querido que se hablara del caso, a mi mujer y a mí, que somos dos trabajadores normales, no nos interesa la notoriedad", dice Andrea. En la parroquia, sin embargo, alguien pensó que podía ser bueno que se conociera su gesto. ¿Qué mejor propaganda contra el aborto que el caso de Michela? "Ella no se sentía capaz de abortar. Nuestro único pensamiento era para nuestros hijos y el bien que podían hacer a los niños que esperan un trasplante". Andrea se defiende de acusaciones asegurando que sus hijos "no serán pedazos de carne de recambio para otros niños, sino instrumento de vida".