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ESTO LO LEI EN INTERNET Y ME LLAMO LA ATENCION.... SALUDOS.... BETH
NO SÉ qué voy a hacer con Julián cada vez que tiene sueño, se tira en el piso y comienza a llorar. Cuando lo acuesto a dormir en su cuna, se resiste, llora y patea las barandas. Intento sacarlo, pero él me patea. Entonces me molesto y le grito". "Mayté apenas cumplió dos años y quiere vestirse sola. Cuando la visto es bastante cooperadora hasta el momento de ponerle los zapatos. Ella dice 'yo, yo sola'. Y se niega a que se los ponga. Entonces la dejo que intente y cuando mete sus pies en el zapato equivocado se tira al piso, patea, llora y grita. De verdad que estoy perdiendo la paciencia".
Rabietas, pataletas, berrinches no importa cómo le quiera llamar son una conducta que nos descontrola cuando nos toca de cerca. Aunque todos los niños pequeños tienen este comportamiento, (algunos adultos parece que no han podido superarlas), agraciadamente no todos las manifiestan con la misma intensidad y frecuencia. Y es que las rabietas están íntimamente relacionadas con el temperamento que la herencia biológica nos ha dotado.
Según los especialistas en el desarrollo humano existen tres tipos de temperamento:
El temperamento difícil es aquel que exhiben los bebés desde el momento de su nacimiento y los distingue por la exigencias de su llanto ante el hambre, sueño, aburrimiento, cambio en su rutina o cambios en su alimentación.
El temperamento fácil, con el que responden aquellos infantes que se adaptan fácilmente a cualquier cambio en su rutina, que establecen lazos sociales con otras personas sin problemas o que toleran cambios en su alimentación positivamente.
El temperamento frío o lento, que está constituido con aquellos infantes que no reaccionan con llanto para satisfacer sus necesidades básicas de sueño, hambre o sed. Y que su participación social se limita a ser un mero espectador de lo que hacen los demás.
De acuerdo con el tipo de temperamento que tenga su hijo, gracias a su herencia biológica, serán los episodios de rabietas que exhiban.
De uno a dos años
Cerca del primer año de edad aparecen lo que comúnmente llamamos rabietas o pataletas. En algunos bebés son más frecuentes que en otros.
Pero, ¿a qué se deben las mismas?
En esta edad la mayoría de los infantes no puede comunicar con palabras lo que desean, lo que quieren y lo que sienten. Como su desarrollo lingüístico no está a la par con su fuerte sentimiento de independencia, esto hace que se frustren cuando no logran ser entendidos.
Esta frustración desencadena una serie de emociones que el infante no puede manejar solo.
Los padres -junto a otros adultos cercanos al infante- son los encargados de ayudarlos en estos episodios íntimamente relacionados con su desarrollo emocional. Para esto es necesario que se identifique lo que originó la misma. Por lo regular el adulto sabe qué las ocasiona.
¿Qué puede hacer el adulto?
No intervenga físicamente en medio de la pataleta.
La manera de intervenir físicamente no es cuando ocurre sino luego que pasa. La mayoría de los adultos tienden a intervenir en ese momento y no remedian nada, sólo reciben patadas y golpes durante el episodio.
Vele por la seguridad del infante y de cualquiera que pueda estar cerca. Retire cualquier material con el que se pueda lastimar el infante o a cualquier otro niño que pueda ser lastimado durante la misma.
Quédese cerca del infante, pero no le hable. Un error en el que incurren algunos adultos es hablarle mientras el infante se encuentra en pleno descontrol de sus emociones. En ese momento el infante no está receptivo. Así es que espere y no caiga en la trampa de las pataletas.
Recuerde, después de la tempestad viene la calma.
Cuando haya terminado la pataleta y el bebé esté rendido, acérquese. Este es el momento de intervenir física y verbalmente. Ahora está agotado y puede escucharle. Abrácelo, no para premiarlo sino para que sienta seguridad y que no está solo en este momento de descontrol.
Un abrazo es el gesto más confortable que podemos recibir cuando estamos emocionalmente afectados. Háblele y pregúntele qué pasó. Espere a ver si le puede contestar, aunque sea con gestos o con la jerga que domine.
Ayúdelo a identificar y comunicar con palabras qué sucedió. Si usted sabe por qué perdió el control pregúntele y redirija la conversación hacia lo que la ocasionó. Es muy saludable que pueda decir por qué se puso así. Busque con él alternativas de qué cosas puede hacer en lugar de gritar y llorar. Por ejemplo, ¿qué te parece si cuando tengas sueño buscas tu libro y nos acostamos juntos a leerlo?
Si no está de acuerdo busque otras alternativas. Pero si lo está entonces practiquen cómo lo va a comunicar.
Recuérdele que use las palabras para decir lo que quiere y necesita.
Si comoquiera se da la pataleta comience desde el principio. Recuerde que la paciencia debe ser su mejor aliado. Si usted pierde la paciencia caerá también en una pataleta y entonces no estaríamos dando el mejor modelaje.
De dos a tres años
"Pablo y Jonathan son buenos amigos pero como todos los amigos a veces no están de acuerdo y discuten. Lo gracioso es escuchar cómo lo hacen. Tan pronto están en desacuerdo uno le dice al otro: Chuleta, tú eres una chuleta. El otro le contesta: Y tú eres un huevo frito".
A esta edad, se espera que las rabietas se hayan reducido y, en algunos casos, hasta desaparecido porque ya el niño puede expresar con palabras cuando está molesto o le da coraje.
En otras palabras como el desarrollo del lenguaje es más amplio, las palabras le dan el poder de controlar la situación y sus emociones sin caer en la desesperación. Por lo que recordarle que con las palabras se da entender mejor en lugar de gritar y llorar es una buena estrategia para prevenir el descontrol emocional que se produzca ante el miedo, el coraje, los celos o cualquier otra emoción.
¿Qué puede hacer el adulto?
Léale a sus hijos
Los libros son un buen recurso para ayudar en su desarrollo lingüístico y emocional y ayudan en el manejo de las rabietas. En la actualidad existen libros para el coraje, el miedo, los celos y otras emociones que el niño siente y que no sabe expresar, ya sea por la falta de un vocabulario más amplio o porque nunca antes se había sentido de esa manera.
Redirija la atención de éste
Si la pataleta se da porque hay conflictos con un juguete cambie sutilmente la actividad por una más llamativa, como por ejemplo mire por la ventana y resalte algo del patio e invite a visitar el mismo.
Hable, hable con su hijo
No importa el lugar y el momento, aproveche hablar con su hijo o hija. Cuando vayan en el carro, antes de acostarse, cuando ven televisión juntos y otras ocasiones usted sabrá cuándo es el momento y cuándo su hijo o hija está más receptivo.
De tres a cinco años
"Cada vez que salgo con Minerva a las tiendas se antoja de algo y si no se lo compro, se tira al piso. Me da vergüenza que la gente nos miren y accedo a comprar lo que quiere".
Si las rabietas continúan después de los tres años entonces hay que evaluar la forma en que se están manejando.
De acuerdo con el sicólogo Jean Piaget, es precisamente pasado los dos años que la capacidad de los niños para pensar y reflexionar sobre sus propias acciones aumenta. En esta edad los niños y las niñas se expresan mejor y más coherentemente.
Su desarrollo lingüístico es mayor así que los sentimientos, los deseos y las necesidades se pueden canalizar mejor a través de palabras. Se espera que tanto el lenguaje como los pensamientos sean una gran herramienta para los niños en estas edades, en lugar del llanto y las patadas, dejando atrás las pataletas.
Si bien es cierto que el lenguaje es más amplio, también lo es el poder de manipulación.
Algunos niños y niñas saben que pueden recurrir a las pataletas cuando quieran satisfacer sus antojos.
¿Qué puede hacer el adulto?
Una buena estrategia, si su hijo o hija tiene esta costumbre, es recordarle las reglas, las consecuencias y acuerdos antes de ir de compras. Sea firme, la firmeza es una característica que nos da seguridad a todos.
Establecer reglas junto a ellos y discutir las consecuencias, de seguirlas o no, le brinda seguridad tanto a usted como al niño o a la niña.
De esta forma prevenimos lo que podemos esperar si se diera un evento como éste. Recuerde la firmeza en el cumplimiento de estas reglas previamente establecidas con el niño o la niña. Y no confunda establecer las reglas en colaboración con el niño y leerle la cartilla que es lo que regularmente hacen los adultos.
No olvide que la constancia y la paciencia nos da control de la situación. Si el adulto pierde el control entonces estará modelando lo contrario. Adelante y éxito con las rabietas.
La autora es presidenta de la fundación educativa Desarrollo Holístico en la Niñez Temprana (DEHONITE).