Hola chicas, paso a relataros mi parto, que considero no respetado y a raíz del cual he decidido continuar mi formación y una parte de mi energía a la atención a mujeres en pre-parto, parto y puerperio.
Martina nació el 6 de julio, parto inducido... 5 horas en total. Para los médicos fue un buen parto, para mi algo terrible. No me respetaron en absoluto.
Para empezar, la inducción: a la semana me enteré de que mi gine estaba de vacaciones a los pocos días de provocarme el parto, lo cual da que pensar.
Episiotomía: la recuperación fue muy regular, sólo 3 puntos, pero a día de hoy me duelen los intentos de tener algún tipo de relación sexual con mi chico... me tira el lado contrario a la cicatriz, no sé si os pasará a alguna.
Mi ginecóloga: tratándome fatal durante el parto, no exagero. Fueron 15 minutos de expulsivo cargados de insultos y juicios de valor hacia mi persona, infantilizándome y haciéndome sentir culpable porque la niña tardaba en salir.
Kristeller: Se me subieron por lo menos 6 veces encima, turnándose otro ginecólogo que pesaría 100 kilos como poco y la matrona. No dio resultado, cuando me amenazaron con usar forceps (me los enseñaron y todo) la niña salió.
Se la subieron a la incubadora 2 horas por inestabilidad en el ritmo cardiaco, que yo achaco a la Kristeller, pero claro, la ginecóloga me torturó diciendo fue por culpa mia. Apenas la tuve un minuto encima, con los consiguientes problemas de agarre cuando a las 2 horas la subieron a la habitación.
Cuando por fin nos conocimos, lloraba y lloraba... me hicieron creer que con el calostro no era suficiente y durante 2 dias creí que lo adecuado era darle biberón, tal y como me aconsejaron las enfermeras. Al tercer dia de ingreso algo me dijo que no estaba haciendo bien. Dejé de darle bibes y la puse mucho al pecho... y hasta hoy, con sus 2 meses está en 5,500 aprox.
Lo bueno de todo ésto es que para el próximo ya sé que debo ir con un plan de parto, no acudir a la Dra. Zaldívar, y no volver al Rosario. Seguro que ahí trabajan buenos profesionales, pero me tocaron los peorcitos y además me ponen los pelos de punta los malos recuerdos que me trae esa clínica. Ahora sé que puedo exigir una serie de derechos que nos corresponden a todas.
Pero lo más importante: mi niña está bien y le da una luz a mi vida que ni en los sueños más dulces hubiera podido imaginar.