Quiero hablaros de mi hija Isabel, tiene solo seis meses, y es lo mejor que me ha pasado en la vida. Hace dos años que dejé una relación totalmente destructiva, estaba sumida en una enorme depresión, entonces encontré a Carlos, es un hombre estraño, oscuro, de pocas palabras y de caracter huraño, pero aún así, supo llenar mi vida hasta entonces vacía, sin sentido, no llevaba ni dos meses con él cuando descubrí con sopresa que estaba embarazada, y podeis decir que soy una inconsciente, pero desde ese día una enorme luz entró en mi vida, iba contemplado día a día como cambieba mi cuerpo, mis estados de ánimo, él siempre allí, oscuro, huraño, pero siempre allí, me contruyó una casa, la más bonita del mundo, para mí,claro. Llegó el momento y mi pequeña Isabel no se decidía a salir, hacía ocho años que me habían operado de un cáncer en la columna vertebral, de modo que empezaron las complicaciones, una pierna se me quedó insensible, por el peso y el esfuerzo de las contracciones, y es que mi pequeña era algo grande, jajajaja y estaba bien cómoda en mi tripita como para querer salir. Lo pasé mal, sí, la cesárea, bueno es una operación al fin y al cabo, con todo lo que ello conlleva, pero cuando la pusieron en mis brazos, tan perfecta, tan morenita, tenía mucho pelito, casi se le podía cojer una coleta, jajaja, todos en la planta venían a verla, porque era muy hermosota, parecía la hermanita mayor de todos los que nacieron. Biberones, noches en vela, pañales, estreñimiento por la leche, dolores de gases, en fin que os voy a contar que no sepáis, jajajaja, pero cada vez que la miro, por las noches cuando duerme en su cunita, abrigadita, tan tranquilita, primero digo, - POr fin se durmió - y despues no puiedo evitar que se me salgan las lágrimas, es tan preciosa, tan chiquitina, tan indefensa, cuando despierta siempre me dirige una sonrisa amplia, de amor incondicional, es como si me dijera, - te quiero mami-, y el amor que siento por ella?, es indescriptible, me da fuerzas para estar tres noches sin dormir, a su lado, porque se me puso malita de la garganta y tenía 38 y medio de fiebre, que preocupación, que terror de que le pasara algo, estuve tres noches sentada a su lado en la cuna, abría los ojitos me miraba me sonreía y volvía a dormirse tranquilita, sabía que su mami estaba allí, para cuidarla, da igual lo cansada que estes, los problemas que tengas, da igual que tengas la peor de las jaquecas, o que tengas cuarenta de fiebre, ella siempre es lo primero y no es un sacrificio sino una bendición. Te quiero hija mía, eres lo mejor.
