Aunque ya no existe ninguna duda (ni científica ni popularmente) de que la lactancia materna es el mejor alimento para los bebés, todavía existen numerosos prejuicios y desconocimientos de las técnicas de lactancia y de muchos aspectos relacionados con ella.
Lola ya nos explicó que se puede amamantar sin problemas durante el embarazo y ahora vamos a explicar cómo es posible amamantar sin siquiera haber dado a luz.
Si, las madres adoptivas también pueden amamantar y cada vez hay más que lo hacen, aunque es algo muy minoritario. La técnica se llama inducir una lactancia y es algo diferente a relactar: cuando una mujer interrumpe la lactancia (por enfermedad, viaje o cualquier otro motivo) y después decide volver a producir leche.
Esto que puede parecer tan extraño o incomprensible para algunos es en muchas culturas la forma habitual de alimentar a bebés cuando la madre muere en el parto o poco después y la abuela o la tía se encargan de la crianza.
La capacidad de producir leche está determinada por la correcta estimulación del pecho. Cuanto más y más frecuente es la estimulación, más leche se produce. Que la estimulación del pecho esté precedida por un embarazo facilita todo el proceso, pero no es condición indispensable. Por tanto también pueden lograrlo mujeres tras una histerectomía (extirpación del útero) o con menopausia.
Los factores del éxito de una inducción de la lactancia son:
Que la madre tenga un fuerte deseo de amamantar
Que la estimulación del pecho sea correcta
Que la madre disponga de un entorno que le apoye y refuerce su confianza
La edad del bebé, su habilidad para mamar, cómo ha sido alimentado antes y el tiempo transcurrido desde que dejó de mamar (si lo hizo alguna vez). Los bebés mayores de 6 meses pueden haber perdido el reflejo de succión.
Es un procedimiento con una tasa de éxito muy alta: hay estadísticas estadounidenses que señalan que el 36% de las mujeres que lo intentan, a los dos meses, están alimentando al niño sólo y exclusivamente con su leche. El resto, el 64%, produce leche, pero ha de complementar la alimentación del bebé con biberones.
Que sea posible no quiere decir que sea fácil. Es duro. Exige la estimulación del pecho de la mujer con un saca leches con frecuencia durante un mínimo de dos meses antes de la adopción y cuando llega el bebé también exige dedicación exclusiva.
En este artículo de El Mundo sobre este tema se mencionan a 2 médicos que lo practican en España: Carmela Baeza (Madrid) y Luis Ruiz (Barcelona) quien importó la idea de Burkina Faso y Alemania. Pero realmente cualquier asesora de lactancia experta o IBCLC (el título internacional) puede enseñar la técnica a las madres que lo deseen.
Pero ¿qué lleva a una madre a querer amamantar a su hijo adoptivo? La madre de la foto se llama Esther y su hija etiope Martha. Estas son sus palabras y su experiencia, creo que lo explica todo:
La lactancia es mucho más que alimentación. Es, sobre todo, comunicación madre-hijo y contacto piel con piel. Una forma de recibir y de transmitir amor y seguridad en un lenguaje que los bebés captan a la perfección. Sería un grave error valorar el éxito de mi experiencia con Martha sólo en función de la cantidad de leche que he generado.
Incluso sin tener ni una gota de leche es bueno ofrecer el pecho y el contacto de la piel materna a cualquier bebé, adoptado o biológico. Pero es que, además, como mamá adoptiva, creo que la lactancia materna es especialmente importante para los niños y niñas adoptados porque ya han vivido anteriormente el proceso de pérdida de la madre y tienen una especial necesidad de rehacer ese vínculo.
El primer día que me quedé a solas con Martha, en el orfanato, le ofrecí el pecho. Fue algo instintivo. Ella me miró con sus grandes ojos y se enganchó. Fue un sentimiento de emoción muy profundo, como si las dos fuéramos conscientes de que se estaba iniciando el vínculo. Y hasta ahora tres años después
Si las lactancias largas en bebés biológicos ya son cuestionadas habitualmente, para mucha gente amamantar a un bebé adoptado raya en la brujería.