Hola chicas, soy nueva en este foro, he entrado buscando información y he tenido una grata sorpresa la ver que aquí se puede hablar de la interrupción de un embarazo sin ser juzgada de asesina... La verdad es que también me he dado cuenta de que siento la necesidad de hablar un poco de ello, pues me siento algo falta de comunicación sobre este tema con la demás gente. Espero que no ofenda a nadie que cuente mi pequeña historia, siendo esta una de tantas, sin mucho drama ni grandes ideologías, sin pretender ser un ejemplo ni imponer mi postura a nadie. Ahí va, para quien le ayude, le importe, o le apetezca leer un ratito.
Para empezar diré que mis padres me han criado siempre desde la libertad y el respeto. Curiosamente yo fui una sorpresa, y mi madre se planteó abortar pues era muy mayor, pero siguió adelante. Yo lo que agradezco es toda la atención y amor que me han brindado, me considero una privilegiada en ese aspecto. Si hubiera abortado, no estaría aquí para lamentarlo. Hubiera sido su decisión, mejor o peor, pero si no existes no puedes lamentar no haber nacido, ni nadie te echa en falta, así es como lo veo. En mi vida he hecho miles de cosas, algunas buenas, otras peores, otras francamente absurdas. Con la edad me he ido calmando, y puedo decir que lamento algunas hechos pero no me arrepiento de nada, porque en ese momento pude decidir por mí misma, y eso es lo que hice. Ahora he encontrado a mi alma gemela, llevamos cuatro años saliendo y puedo decir que cada día nos entendemos mejor, nos compenetramos mejor y nos queremos más. Llevo tres meses sin tomar la píldora, que desde hace unos 10 años llevaba tomando de modo prácticamente ininterrumpido, y a causa de la cual la circulación de mis piernas se resentía, empezándome a aparecer varices. Lo primero que me vino a la cabeza cuando vi las dos rallitas del test de embarazo fue "¡Cómo puedo ser tan gafe!" Lo hicimos una sola vez sin preservativo, el día después de que terminara mi menstruación, cuando el riesgo es mínimo, porque ambos lo echábamos de menos. Y pum. En el blanco. Los dos sabíamos que no era el momento. Hacía dos días que me había marchado del trabajo donde estaba fija, él tiene que cuidar de su madre enferma de alzheimer y sólo lo veo a partir de las 11 de la noche y un fin de semana de cada tres. Llevo sólo dos años en mi profesión y éste es un momento crucial para formarme del todo y ser una buena profesional, para demostrar de lo que soy capaz y tener un buen trabajo. No es fatal, no es terrible, pero no no es el momento. Así pues, entre los dos y sin ninguna duda, decidimos dar un paso adelante y pedir hora para abortar. Para mí ahora no es una vida: han pasado cinco semanas desde la última regla. Es un moco, una ameba. Una gran promesa en forma de cuatro células cuajadas. Pero no es una realidad aún, es tan sólo una promesa. No creo en almas, ni en cielos, ni en señores todopoderosos dirigiendo vidas, ni en infiernos ardientes. Ni en los paraísos. El único paraíso en el que creo es la vida que estoy viviendo ahora, aquí, y en el que puedo poner mi granito de arena a los que están a mi alrededor. Y eso incluye las vidas de mis futuros hijos, que hasta ahora no sabía que deseaba tener. Pero para ello hace falta hacerlo bien, hacerlo en el mejor momento, cuando sepa que mi vida, la de mi pareja y la de mis hijos serán lo mejor que puedo conseguir y compartir. Por eso lo he decidido, y por eso no me arrepiento de haber pedido hora para abortar dentro de cuatro días.
Para mí es un regalo esta segunda oportunidad de seguir con mi vida, con mis proyectos. Me ha ayudado a entender mejor qué es lo que quiero, y plantearme más seriamente qué es lo que debo hacer para conseguirlo. Amo mil veces más a mi pareja por su apoyo incondicional y sensibilidad. He descubierto qué amistades que creía importantes han resultado ser una farsa y qué otras amistades me han ofrecido todo su apoyo, pese a no haberlo pedido. No estoy contenta de lo que ha pasado, pero, como en todo, no todos los aspectos son negativos. Estoy triste por tener que tomar esta decisión, asustada por lo que pueda pasar y agradecida por las reflexiones a las que me ha llevado. Agradecida también por tener otra oportunidad, más adelante, para hacerlo bien, con más ilusión y más conscientemente.
Desde aquí, mil gracias a todos aquellos que han luchado por preservar un derecho tan importante para todos. Mil gracias a todos aquellos que lo compartís y dais ánimo a la gente para que tome su decisión, sea la que sea, para ir a mejor. Y mil besos, abrazos y apoyo a aquellas que, como yo, habéis tomado libremente vuestra decisión, sea la que sea.
Y gracias a todos por permitirme compartir esto con vosotros.
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