Mis hijos (casi 4 años y 2 recién cumplidos) son pésimos comedores, hacen bola, vomitan, se niegan en rotundo a comer.
Mi casa es un campo de batalla cada vez que toca comer y ya lo he intentado todo.
Marta va casi normal de peso y talla, tirando a menuda. Alejandro entra en percentiles por los pelos y con casi 4 años hay ropa que se la tengo que comprar de la talla 2.
Leí "Mi niño no me come" de Carlos González y "A comer!" de Estivill, es decir, los dos extremos. El de González me ayudó a relajarme un poco, pero es que yo estoy convencida de que mis hijos no comen cantidad suficiente y eso aún peleando con ellos a diario.
A la pediatra y en la farmacia les he pedido varias veces suplementos vitamínicos y me los dan a regañadientes, alegando que las madres somos un poco histéricas con este tema. Incluso pedí ayuda psicológica porque creo que tienen algún tipo de trauma asociado a la comida (son adoptados), pero todos me dicen que el problema es mío y que no me obsesione, que los niños se ven sanos, que corren, están activos...si, eso es cierto.
Como yo estoy gorda, me temo que piensan que soy de ese tipo de madres que quiere hijos rollizos y que coman grandes cantidades. Precisamente porque mi madre nos crió obesas y así seguimos, no permitiré que mis hijos lo sean. No espero que coman la ración de un adulto, ni les obligo a comer platos que no les gustan.
El sábado, mi marido y yo, decidimos hacer caso a todos esos que nos dicen que los niños saben autoregularse y comer sólo lo que necesitan (entre ellos el pediatra Carlos González), hubo quien me dijo que debería haber intentado eso hace mucho tiempo. Así, les pusimos en cada comida el plato delante y dejamos que comiesen sólo la cantidad que ellos quisieron.
Para que os hagáis una idea, Marta pasó el sábado con una cucharada de papilla para desayunar y media salchicha repartida entre comida y cena, el domingo parecido.
Providencialmente, el lunes por la mañana les sacaban sangre porque pedí una analítica general a la pediatra para ver cómo estaban los niños. A medio día nos llamaron para que le diésemos urgentemente azúcar a Marta porque la tenía a 20. Si, si, a 20!! (creo que lo normal es entre 70 y 110). Claro, así que me dijeron en la guardería que había estado sentadita toda la mañana sin querer jugar ni hablar, ella que es un manojo de nervios!
A mi hija le podría haber pasado cualquier cosa, la pediatra me dijo que un niño pequeño no puede estar tanto tiempo sin alimento y menos los míos que están tan flaquitos y no tienen grasas de las que echar mano el cuerpo en caso de falta de alimentos. Además, tiene baja la proteína férrica y le han notado el hígado hinchado.
Ahora, claro, ahora sí, le han mandado hierro, estimulante de apetito para los dos y pruebas de digestivo en el hospital. Llevo 6 largos meses tratando de que alguien me haga caso y me ayuden con mis hijos, pero para todo el mundo era una madre histérica empeñada en que sus hijos comiesen más de lo que necesitan.
Bueno, pues para las que os veáis en mi situación:
NO OS LO CREÁIS, LOS NIÑOS TAN PEQUEÑOS NO SON CAPACES DE AUTOREGULAR SU INGESTA DE ALIMENTOS y los resultados pueden ser muy peligrosos.
Al menos, pedid que los controlen con analíticas regularmente para aseguraros de que todo está bien.
Besos,
AMQS