Foro / Maternidad

No lo cojas que se acostumbra!!!

Última respuesta: 28 de septiembre de 2005 a las 17:31
B
bertha_6521895
27/9/05 a las 13:50

Hola chicas en primer lugar deciros que antes pensaba que cojer a mi niño cuando me pedia brazos iba a ser motivo de que el dia de mañana me pidiera mas y mas brazos asi es que quise intentar quitarle la costubre de cojerle en brazos(mal aconsejada por mi madre y mi suegra) y no sabeis como me arrepiento de haber tenido a mi niño llorando y llorando. Gracias a un articulo que lei en otro foro me hizo reaccionar y pensar que mi hijo no me pedia brazos por una costumbre sino porque me necesitaba de la misma forma que yo a él, y que simplemente me pedia brazos para acunarle, calmarle, besarle e inspirarle confianza en un mundo nuevo para él.
Asi es que os dejo este articulo que he cojido de otro foro por si hay alguna que piense como yo pensaba antes que sepa que su hijo solo le pide amor amor y amor no le pide brazos por capricho
Poneros en la piel de vuestro hijo cuando lo leais un besito para todas

No lo cojas que se acostumbra
(El concepto del continuum)

. En una unidad de neonatología de las maternidades de la civilización occidental hay muy pocas posibilidades de recibir el consuelo de una mamá loba. El recién nacido, cuya piel está pidiendo a gritos volver a sentir aquella carne suave, cálida y viva con la que estaba en contacto, es envuelto en una tela seca e inerte. Es colocado en una caja y dejado ahí, por más que llore, en un limbo donde no hay el menor movimiento (por primera vez en toda la experiencia de su cuerpo, en los siglos de evolución o en la eternidad vivida en el útero). Los únicos sonidos que puede oír son los gemidos de otras víctimas que están sufriendo el mismo indescriptible tormento. Puede que los sonidos no signifiquen nada para él. El bebé no cesa de llorar; sus pulmones, que no están acostumbrados al aire, se sobre esfuerzan con la desesperación que hay en su corazón. No acude nadie. Confiando en la perfección de la vida, como debe hacer por naturaleza, efectúa el único acto que puede hacer, que es llorar. Hasta que, después de haber pasado un tiempo que para él es una eternidad, se duerme agotado.

Más tarde se despierta en el vago terror que le produce el silencio, la inmovilidad. Se echa a llorar. Todo su cuerpo, desde la cabeza hasta la punta de los pies, está embargado por un ardiente anhelo y deseo, por una intolerable impaciencia. Respira con dificultad y chilla hasta sentir que su palpitante cabeza está a punto de estallar. Llora hasta que el pecho y la garganta le duelen. Ya no puede soportar más el dolor y sus sollozos se van apagando hasta calmarse. Ahora se pone a escuchar. Abre las manos y las vuelve a cerrar apretando los puños. Mueve la cabeza de un lado a otro. Nada parece ayudarle. El sufrimiento es insoportable. Se echa de nuevo a llorar, pero supone demasiado esfuerzo para su dolorida garganta y al cabo de poco vuelve a callarse. Tensa su atormentado y anhelante cuerpo y siente un poco de consuelo. Agita las manos y patalea con los pies. Se detiene, sufriendo, incapaz de pensar o de tener esperanzas. Se pone a escuchar. De nuevo cae dormido.

Al despertar se hace pipí en los pañales y el suceso le distrae de su tormento. Pero el agradable acto de orinar y la cálida, húmeda y fluida sensación que siente alrededor de la parte inferior de su cuerpo desaparecen rápidamente. El calor se inmoviliza ahora y se vuelve frío y pegajoso. El pequeño patalea, tensa el cuerpo, llora a lágrima viva. Desesperado a causa del intenso deseo de contacto que le acucia, rodeado de un entorno inerte, húmedo e incómodo, expresa llorando desconsoladamente su infelicidad hasta que se tranquiliza con su solitario sueño.

De pronto, alguien lo levanta; vuelve a creer que va a obtener aquello que tanto desea. Le sacan el pañal. Se siente aliviado. Unas manos vivas le tocan la piel. Levantándole los pies, le envuelven el bajo vientre con otro paño seco y sin vida. Al cabo de un momento es como si las manos y el pañal húmedo no hubieran existido nunca. No hay ningún recuerdo consciente, ninguna chispa de esperanza. Se encuentra en medio de un vacío insoportable, eterno, inmóvil y silencioso, lleno de un intenso, intensísimo deseo de vital contacto. Su continuum intenta utilizar las medidas de emergencia de que dispone, pero todas están concebidas para unir los breves espacios de tiempo en los que permanecerá sin recibir el trato correcto o para pedir consuelo a alguien (que se supone) que desea dárselo. Su continuum no tiene ninguna solución para una situación tan extrema. Ésta supera su basta experiencia. La naturaleza del bebé, aunque el pequeño sólo haga algunas horas que respire, ha llegado a tal punto de desorientación que la situación supera a la fuerza salvadora de su poderoso continuum. La experiencia vivida en el útero ha sido la que probablemente más se acercará de todas al estado de bienestar que, de acuerdo a sus expectativas innatas, tendría que experimentar durante toda su vida. Su naturaleza se basa en la suposición de que su madre se está comportando correctamente y de que las motivaciones que la impulsan y las consiguientes acciones se beneficiarán sin duda unas a otras.

Alguien llega y lo levanta deliciosamente en medio del aire. Vuelve a la vida. Lo llevan de una manera demasiado delicada para su gusto, pero al menos experimenta algún movimiento. Después se encuentra en su lugar. Todo el sufrimiento que ha padecido ahora ya no existe. Descansa en unos brazos que lo envuelven y aunque su piel al entrar en contacto con la ropa de la madre no le envíe ningún mensaje de encontrar consuelo ni sienta el contacto de una piel viva, sus manos y su boca le comunican que se sienten bien. El positivo placer que produce la vida, el estado normal para el continuum, es casi completo. El sabor y la textura del pecho materno está presentes, la cálida leche fluye a su hambrienta boca, oye los latidos de un corazón que debería haber sido su vínculo, el sonido que le confirma la continuidad de la existencia vivida en el útero; las formas moviéndose anuncian con claridad que hay vida. El sonido de la voz también es correcto. Sólo hay algo que falta en la ropa y en el olor que percibe (la madre se ha puesto colonia). El bebé succiona la leche y cuando está lleno y con las mejillas sonrosadas, se queda dormido.

Al despertar se encuentra en un infierno. No tiene ningún recuerdo, esperanza ni pensamiento de la visita que le ha hecho su madre que pueda tranquilizarle en este inhóspito purgatorio. Las horas, los días y las noches van transcurriendo. El bebé se echa a llorar, queda agotado, cae dormido. Se despierta y se hace pipí en el pañal. Ahora este acto ya no le resulta agradable. El efímero placer que le producen sus aliviadas tripas se torna en un dolor cada vez más punzante cuando la orina caliente y ácida entra en contacto con su irritada piel. Se pone a chillar. Sus cansados pulmones necesitan gritar para no sentir el doloroso escozor. Llora hasta que el dolor y el llanto lo agotan hasta caer dormido.

En este hospital, que es de lo más normal, las ocupadas enfermeras cambian los pañales de los recién nacidos a unas determinadas horas, tanto si están secos como si hace poco o mucho que están húmedos, y mandan a los bebés a sus casas totalmente escaldados para que los cuide alguien que tenga tiempo para ello.

El bebé, cuando es llevado al hogar de su madre (sin duda no puede decirse que sea el hogar del pequeño), ya conoce a fondo cómo es la vida. A un nivel preconsciente que determinará todas sus impresiones posteriores, al igual que las determina ahora, sabe que la vida es insoportablemente solitaria, que no responde a sus señales y que está llena de sufrimiento.

Pero aún no se ha rendido. Su fuerza vital intentará siempre recuperar el equilibrio mientras haya vida en él.

El hogar en que se encuentra sólo se diferencia de la unidad de neonatología de la maternidad en que ahora no tiene la piel irritada. Durante las horas en las que el bebé está despierto, está anhelante, ansioso de contacto físico y espera de manera interminable que el silencioso vacío sea reemplazado por la situación correcta.

Durante algunos minutos al día su intenso deseo cesa momentáneamente y la terrible necesidad de su piel de ser tocada, sostenida y movida es satisfecha. Su madre es la persona que, después de habérselo pensado mucho, ha decidido dejarle acceder a su pecho. Ella lo quiere con una ternura que nunca antes había sentido. Al principio, a la madre le resulta difícil dejar a su hijo en la cuna después de haberle dado el pecho, sobre todo porque él se echa a llorar desconsoladamente. Pero está convencida de que debe hacerlo, ya que su madre le ha dicho (y ella debe saberlo) que si ahora le hace caso lo malcriará y más tarde su hijo le causará problemas. Ella desea hacerlo todo correctamente; por unos momentos siente que la pequeña vida que sostiene entre sus brazos es más importante que cualquier otra cosa en el mundo.

Suspira y deja suavemente a su hijo en la cuna, decorada con patitos amarillos a juego con la habitación. Ha puesto mucho esfuerzo para decorarla con unas cortinas suaves y sedosas, una alfombra en forma de un enorme oso panda, un tocador blanco, una bañera y un vestidor equipado con polvos de talco, aceite, jabón, champú y un cepillo, todo fabricado y envasado con los colores especiales para bebés. La pared está decorada con imágenes de crías de animales vestidas como personas. Los cajones de la cómoda están llenos de camisitas, peleles, patucos, gorritos, mitones y pañales. Sobre la cómoda, colocados de lado en un cautivador ángulo, hay un corderito de peluche y un jarrón con flores recién cortadas, ya que a su madre también le encantan las flores.

Ella le estira la camisita y lo arropa con una sábana bordada y una manta decorada con las iniciales del pequeño. Las contempla llena de satisfacción. Ella y su marido no han reparado en gastos para decorar la habitación de su bebé a la perfección, aunque no hayan podido comprar aún los muebles que han elegido para el resto de la casa. Se inclina para besarle la sedosa mejilla y se dirige hacia la puerta mientras el primer agonizante chillido hace estremecer el cuerpo del bebé.

Cierra con suavidad la puerta de la habitación. Le ha declarado la guerra. Su voluntad debe imponerse a la de su hijo. A través de la puerta oye un sonido parecido a alguien que es torturado. El sentido de su continuum lo reconoce como tal. La naturaleza no envía unas señales claras de que alguien está siendo torturado a no ser que sea éste el caso. La tortura es precisamente tan seria como suena.

La madre duda, su corazón desea volver con su hijo, pero se resiste y se aleja. Acaba de cambiar y alimentar a su bebé. Como está segura de que no necesita realmente nada, lo deja llorar hasta que el pequeño se queda agotado.

Él se despierta y se echa a llorar de nuevo. Su madre entreabre la puerta para asegurarse de que el pequeño está bien. Después vuelve a cerrarla con suavidad para que su hijo no piense que va a recibir la atención que está pidiendo luego se apresura a volver a la cocina para reanudar lo que estaba haciendo y deja la puerta abierta para poder oír a su hijo por si le ocurriera algo.

El llanto del bebé se va transformando en temblorosos gemidos. Al no recibir ninguna respuesta, la fuerza del móvil de la señal se pierde en la confusión de un estéril vacío al que el consuelo tendría que haber llegado hace mucho tiempo. El bebé mira a su alrededor. Más allá de las barras de la cuna hay una pared. La luz es tenue. No puede darse la vuelta. Sólo ve los barrotes, inmóviles, y la pared. Oye los sonidos sin sentido de un mundo lejano. Cerca no hay ningún sonido. Contempla la pared hasta que los ojos se le cierran al volver a abrirlos, los barrotes y la pared siguen exactamente en el mismo lugar que antes con la única diferencia de que ahora la luz es más tenue.

Entre la eternidad que pasa contemplando los barrotes y la pared, pasa otra eternidad contemplando los barrotes de ambos lados y el lejano techo. A lo lejos, a un lado, se ven unas formas estáticas que siempre están ahí.

Hay momentos en los que siente algún movimiento y algo cubriéndole los oídos, un sonido apagado y un montón de ropa sobre él. Cuando esto ocurre, puede ver desde el interior la esquina blanca de plástico del cochecito y, de vez en cuando, grandes bloques de casas deslizándose a lo lejos. Ve también las lejanas copas de los árboles que tampoco tienen nada que ver con él, y a veces personas mirándole que hablan normalmente entre ellas o en ocasiones con él.

Más a menudo, estas personas agitan un objeto que hace ruido frente a él y el bebé siente, al estar tan cerca, que se encuentra cerca de la vida y alarga la mano y agita los brazos deseando encontrarse en su lugar. Cuando le acercan el sonajero a la mano, lo coge y se lo mete en la boca. Pero no recibe la sensación que estaba esperando. Agita las manos y el sonajero vuela por los aires. Una persona se lo vuelve a traer. Como desea que esta prometedora figura regrese, se dedica a arrojar el sonajero o cualquier otro objeto que tenga a mano mientras el truco funcione. Cuando ya no se lo devuelven más, se dedica a mirar el vacío cielo y la capota del cochecito.

Cuando llora en el cochecito es a menudo recompensado con signos de vida. Su madre mueve el cochecito porque ha aprendido que esto tiende a hacerle callar. Su intenso deseo de movimiento y experiencias, todo aquello que sus antepasados tuvieron en sus primeros meses de vida, se calma un poco cuando su madre mueve el cochecit5o, lo cual de una manera muy pobre le ofrece al menos alguna experiencia.

Como no asocia las voces que oye a su alrededor con nada que le ocurra a él, tienen muy poco valor porque no anuncian que vayan a colmar sus expectativas. Sin embargo, son más gratificantes que el silencio que reinaba en la maternidad. El cociente de las experiencia de su continuum está casi a cero; su principal experiencia real es la del deseo.

Su madre lo pesa con regularidad y se siente orgullosa del progreso de su hijo.
Las únicas experiencias útiles constituyen los pocos minutos al día que le permiten estar en brazos y algunas otras vividas de manera irregular que le sirven para sus otras necesidades y que se van agregando a sus cuotas. Cuando el bebé está en el regazo de su cuidadora, puede acercarse corriendo un niño gritando y añadir la emoción de crear un poco de acción a su alrededor mientras aquél se siente seguro. El pequeño oye el agradable zumbido del motor del automóvil mientras es zarandeado plácidamente en el regazo de su madre cuando el tráfico se detiene y cuando vuelve a circular. Oye ladridos de perros y otros ruidos repentinos. Aunque a algunos les perturben cuando están en el cochecito, a otros, sin embargo, les asustarían si no estuvieran en brazos.

Los objetos que le ponen a su alcance sirven para imitar aquello que al niño le está faltando. La tradición dicta que los juguetes consuelan a los bebés que están sufriendo, pero de algún modo lo hacen sin reconocer el sufrimiento de los mismos.
En primer lugar está el osito o cualquier otro muñeco suave similar que sirve para dormir. Está concebido para dar al bebé la sensación de tener un constante compañero. El intenso cariño que a veces un niño acaba sintiendo por él se considera un encantador capricho infantil en vez de verse como la manifestación de una grave carencia afectiva que le ha llevado a aferrarse a un objeto inanimado en su necesidad de encontrar un compañero que no le abandone. Los cochecitos con juguetes que suenan, y las cunas que se balancean son otra desgraciada imitación. Pero el movimiento sustituye de una manera tan pobre y tosca el movimiento que un niño experimenta mientras su madre lo transporta, que satisface muy poco el intenso deseo del solitario bebé. A parte de ser inadecuado, suele también ser infrecuente. Están también los juguetes que se cuelgan en las cunas y los cochecitos que suenan, tintinean o repiquetean cuando el bebé los toca. La habitación del bebé se suele adornar con móviles de vivos colores, un nuevo objeto que el pequeño puede contemplar aparte de las paredes. Los móviles atraen su atención, pero sólo se cambian de vez en cuando y no llegan a llenar la necesidad que tiene el niño para su desarrollo de disfrutar de una variada experiencia visual y auditiva.....................

Jean Liedloff
Extraído de la obra El concepto del Continuum. Ed. Obstare

Ver también

D
deba_8066320
27/9/05 a las 14:16

Muy bien
Me ha gustado mucho, estoy totalmente deacuerdo con lo que dice. Desgraciadamente vivimos condicionados por lo superficial, por lo que nos dicen los demás, no nos escuchamos, no sabemos interpretar nuestras sensaciones, ¿Os parece lógico hacer algo que nos produce dolor en el corazón o que nos hace tener remordimientos? ¿No es más fácil hacer lo que se siente y no lo que fulanita nos ha dicho? Es nuestro bebé, lo que más se quiere en la vida, de verdad alguien es capaz de dejar llorar a un bebé y no sentirse culpable?? Me cuesta creerlo, sinceramente.

Ningún niño se malcría por quererlo y tenerlo en brazos, al contrario se hará más independiente y seguro, se sentirá importante y no tendrá ese sentimiento de que a nadie le importa si llora o no.

Reflexionar chicas, que absolutamente todas queremos de la misma manera a nuestros bebés, todas somos igual de buenas madres pero a veces nos tienes que abrir los ojos.

besos
esos

B
bieito_9450140
27/9/05 a las 14:48

Eiiii.. genial..
oye.. espero verte en Martorelles el día 9.. no tienes excusas.. pillas el tren y estacion de mollet.
dani.

U
uxia_6161788
27/9/05 a las 14:53
En respuesta a bieito_9450140

Eiiii.. genial..
oye.. espero verte en Martorelles el día 9.. no tienes excusas.. pillas el tren y estacion de mollet.
dani.

Que hay en martorelles...
el dia 9???

B
bieito_9450140
27/9/05 a las 14:57
En respuesta a uxia_6161788

Que hay en martorelles...
el dia 9???

Hombrreeee.. cg !!
http://www.daol.info/surtdelou/festa2005

... hay que llevar carmanyola

Dani.
El presu no nos da para poner carteles por Barna.. glups!..

T
trina_8761832
27/9/05 a las 15:25

Me parece...
¡un poco exagerado! Vamos, que parece que estás describiendo un orfanato chino donde dejan llorar a las niñas atadas a la pata de una silla. Hija mía, los bebés lloran como medio de expresión, y nosotras, las madres "normales" los cogemos todo lo que podemos, les damos todos los mimos posibles y jugamos con ellos todo el tiempo que tenemos. Mi hijo no tiene patitos ni sus iniciales bordadas en las sábanas. Tiene lo que creo que es mejor o más cómodo para él, y por supuesto me tiene a mi, siempre. Si estoy haciendo algo y llora para que lo coja, pues hay veces que puedo y hay veces que no. Él se comunica llorando, y yo me comunico explicándole las cosas y haciendo lo que puedo hacer en cada momento. Si no puedo cogerle pues no le cojo, y si llora un poco pues tampoco pasa nada, me está viendo y sabe que no lo voy a abandonar. En fin, que me parece un poco exagerado, es mi opinión.

B
bertha_6521895
27/9/05 a las 15:32
En respuesta a trina_8761832

Me parece...
¡un poco exagerado! Vamos, que parece que estás describiendo un orfanato chino donde dejan llorar a las niñas atadas a la pata de una silla. Hija mía, los bebés lloran como medio de expresión, y nosotras, las madres "normales" los cogemos todo lo que podemos, les damos todos los mimos posibles y jugamos con ellos todo el tiempo que tenemos. Mi hijo no tiene patitos ni sus iniciales bordadas en las sábanas. Tiene lo que creo que es mejor o más cómodo para él, y por supuesto me tiene a mi, siempre. Si estoy haciendo algo y llora para que lo coja, pues hay veces que puedo y hay veces que no. Él se comunica llorando, y yo me comunico explicándole las cosas y haciendo lo que puedo hacer en cada momento. Si no puedo cogerle pues no le cojo, y si llora un poco pues tampoco pasa nada, me está viendo y sabe que no lo voy a abandonar. En fin, que me parece un poco exagerado, es mi opinión.

Perdona pero no lo he escrito yo
pOR SI NO TE HAS DADO CUENTA ES UN ARTICULO QUE ESTA EXTRAIDO DE UN ENSAYO. EN NINGUN MOMENTO TE DIGO QUE LO HAYA ESCRITO YO Y SI TE PARECE EXAGERADO SOLO TIENES QUE PASEARTE POR LA NURSERIA DE UN HOSPITAL Y MIRAR QUE HACEN CON LOS BEBES RECIEN NACIDOS QUE NO PARAN DE LLORAR
TAMBIEN ES SOLO MI OPINION CLARO ESTA

B
bieito_9450140
27/9/05 a las 15:35
En respuesta a bertha_6521895

Perdona pero no lo he escrito yo
pOR SI NO TE HAS DADO CUENTA ES UN ARTICULO QUE ESTA EXTRAIDO DE UN ENSAYO. EN NINGUN MOMENTO TE DIGO QUE LO HAYA ESCRITO YO Y SI TE PARECE EXAGERADO SOLO TIENES QUE PASEARTE POR LA NURSERIA DE UN HOSPITAL Y MIRAR QUE HACEN CON LOS BEBES RECIEN NACIDOS QUE NO PARAN DE LLORAR
TAMBIEN ES SOLO MI OPINION CLARO ESTA

Yo se lo que hacen, yo se lo que hacen...
biberón.. con "algo"...
y luego duermen 13 horas seguidas y dejan de llorar, claro..
lo se por experiencia.


T
trina_8761832
27/9/05 a las 15:43
En respuesta a bertha_6521895

Perdona pero no lo he escrito yo
pOR SI NO TE HAS DADO CUENTA ES UN ARTICULO QUE ESTA EXTRAIDO DE UN ENSAYO. EN NINGUN MOMENTO TE DIGO QUE LO HAYA ESCRITO YO Y SI TE PARECE EXAGERADO SOLO TIENES QUE PASEARTE POR LA NURSERIA DE UN HOSPITAL Y MIRAR QUE HACEN CON LOS BEBES RECIEN NACIDOS QUE NO PARAN DE LLORAR
TAMBIEN ES SOLO MI OPINION CLARO ESTA

Que sí...
que ya lo sé, no tengo ninguna intención de discutir y respeto tu opinión, pero describir así la situación en los hospitales pues no sé muy bien para qué sirve. Por el título del mensaje entendí que querías "concienciar" a las madres para que los cojan más o algo así, es lo que me pareció. Además, en los hospitales está claro que no le van a tratar como lo harías tú. A mi tampoco me trataron muy bien durante el parto, pero mi hijo estaba conmigo en la habitación, sólo le llevaban para bañarlo o si yo se lo pedía (eso sólo la primera noche, el resto estaba conmigo quisiera o no). ¿A qué hospitales te refieres? ¿Estás hablando de alguno en concreto?
Siento haberte ofendido, no era mi intención.

T
trina_8761832
27/9/05 a las 15:44
En respuesta a bieito_9450140

Yo se lo que hacen, yo se lo que hacen...
biberón.. con "algo"...
y luego duermen 13 horas seguidas y dejan de llorar, claro..
lo se por experiencia.


¿por experiencia?
¿Trabajas en un hospital? ¿Qué es ese "algo" que echan en los biberones?
Me estás asustando...

I
iusra_9483449
27/9/05 a las 15:49

No he podido leerlo entero,
Creo que tu intención es buena, de verdad que lo creo, pero a pesar de que yo creo que la Lm es lo mejor, que no hay que dejar llorar a los niños, que si lloran hay que cojerlos, que baso la crianza de mi hija en el amor y el respeto...este tipo de artículos no me convencen...sinceramente, me recuerdan a esas cartas que se supone que escribe un feto a su madre que ha decidido que va a abortar...
Sé que este artículo no es personal, pero te aseguro que para alguien que ha tenido a su hija en neonatología, leer esto es muy duro...y mi hija cuando llegó a casa, te aseguro que fue y sigue siendo, feliz (ya sé que tú no lo pones en duda, pero el artículo sí) y a partir de ahí, ya no he leido más...porque me dan ganas de llorar. Es lo que a mi parecer buscan estos artículos, la lagrima fácil.
Un beso

B
bertha_6521895
27/9/05 a las 15:55
En respuesta a trina_8761832

Que sí...
que ya lo sé, no tengo ninguna intención de discutir y respeto tu opinión, pero describir así la situación en los hospitales pues no sé muy bien para qué sirve. Por el título del mensaje entendí que querías "concienciar" a las madres para que los cojan más o algo así, es lo que me pareció. Además, en los hospitales está claro que no le van a tratar como lo harías tú. A mi tampoco me trataron muy bien durante el parto, pero mi hijo estaba conmigo en la habitación, sólo le llevaban para bañarlo o si yo se lo pedía (eso sólo la primera noche, el resto estaba conmigo quisiera o no). ¿A qué hospitales te refieres? ¿Estás hablando de alguno en concreto?
Siento haberte ofendido, no era mi intención.

Supongo
que a lo que se refiere trufito es a que le dan un biberon con suero glucosado yo tengo a una amiga que trabaja en una nurseria y es lo que le dan a los bebes que noparan de llorar la primera noche
yo no trato de concenciar a nadie simplemente explico dsde mi propia experiencia que yo he dejado a mi niño llorar con mes y medio diciendome a mi misma que no lo iba a cojer porque se me iba acostumbrar a los brazos y por dentro estaba sufriendo yo mas que él hasta que un dia entre en un foro y lei este articulo me puse en el lugar de mi hijo y me puse a llorar de lo culpable que me sentia al haber dejado a mi hijo llorar y total para que?
el no se sentia bien lloraba y lloraba y yo lloraba de pena de verle llorar A quien estaba ayudando haciendo eso?
Me engañaba a mi misma
un beso para todas y eyyyyyyyyy
que respeto tu opinion por lo menos tu lo cojes yo le dejaba llorar y no me siento bien por ello

B
bertha_6521895
27/9/05 a las 15:58
En respuesta a iusra_9483449

No he podido leerlo entero,
Creo que tu intención es buena, de verdad que lo creo, pero a pesar de que yo creo que la Lm es lo mejor, que no hay que dejar llorar a los niños, que si lloran hay que cojerlos, que baso la crianza de mi hija en el amor y el respeto...este tipo de artículos no me convencen...sinceramente, me recuerdan a esas cartas que se supone que escribe un feto a su madre que ha decidido que va a abortar...
Sé que este artículo no es personal, pero te aseguro que para alguien que ha tenido a su hija en neonatología, leer esto es muy duro...y mi hija cuando llegó a casa, te aseguro que fue y sigue siendo, feliz (ya sé que tú no lo pones en duda, pero el artículo sí) y a partir de ahí, ya no he leido más...porque me dan ganas de llorar. Es lo que a mi parecer buscan estos artículos, la lagrima fácil.
Un beso

Pues conmigo lo consiguieron
no se si la lagrima facil pero te puedo asegurar que yo me inche de llorar pensando en lo que hacia con mi hijo y desde entonces intento cojerlo cada vez que llora ¡Tampoco siempre! pero si siempre que puedo

B
bertha_6521895
27/9/05 a las 16:07

Jajaja pero que me estas contando!!!!!
que no va con ninguna finalidad este post simplemente relato mi experiencia y de como un articulo me hizo cambiar de opinion es solo eso

K
katia_7461280
27/9/05 a las 16:18

Mi bebé en el hospital...
Solo he podido comenzar a leerlo, ni siquiera he terminado el primer parrafo. Me trae recuerdos muy amargos. Mi Dani ingresó en el hospital a los 9 días de vida y salió cuando tenía 3 semanas. Primero estuvo en la UCI de Neonatos, y luego le cambiaron enfrente a Cuidados Especiales de Neonatos. El trato de los médicos es bueno, las pruebas, analisis, aparatos y todo lo que dispone un hospital así (La Paz en Madrid, referente en España al igual que Valle Hebrón) es impresionante, la Uci neonatos parece una sala de Star Trek. Pero el trato del 95% de las enfermeras con los bebés es deplorable. Yo salía llorando todos los días. Lo del suero glucosado es verdad, pero vamos, eso es lo menos tragico que hacen con los bebés. Podría contar 1000 cosas, una de las más horribles, como les dan de comer. Solo deciros que cuando mi bebé volvió a casa, no lloraba nunca, ni por hambre, ni por frío, ni por nada. Como en el hospital no le hacían ni caso, pues ya no lloraba ¿para qué, si no le iban a hacer caso, para qué llorar?

I
iusra_9483449
28/9/05 a las 12:16

Imma
que raro lo que te voy a decir....me encanta tu post! Yo no he leido el libro, pero decidí no leerlo porque no lo veía extrapolable...y porque este extracto, como tú dices, me Knoquea.
Vi tu post sobre la fiesta...no te contesté porque no creo que podamos ir...

B
bieito_9450140
28/9/05 a las 17:31

Oye yo !!
¿donde has puesto eso???
Lo de la fiesta en BCN te refieres a la de la Ciutdadella este domingo..
iremos! (of course)
...lo he puesto en todos los foros que se publica...¿?¿¿? glups!!!!

como dicen en CT: !!! TETAS FUERA !!!!
no llores, inmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

besos
dani.

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