Yo te quiero, pequeño,
del tamaño preciso
del cuenco de mi mano.
Y de pronto, la Tierra
despertó distinta,
todo giraba a mi alrededor,
yo era el centro del universo
y tú mmi centro.
Y aquello que creíamos era nuestra vida
ha perdido actualidad.
Ahora todo está referido a tí,
a lo que será tu vida con nosotros
o más bien, a lo que será
nuestra vida contigo, a lo que soñamos para tí.
Eres pequeño aún, un casi nada
y traes tal carga de amor
que me veré impulsada a dar,
dar, dar sin reposo.
Y así, un día,
cambiaré a Dostoyevsky por el Patito Feo
y a Bach por una nana.
Casi no queda tiempo de prepararte el mundo,
de quitar la violencia, el desamor y el miedo.
Dejar sólo la paz, la alegría, la libertad y el riesgo.
Tal vez tendría que contarte un poco de papá,
ese ser que nos ha tocado en suerte a ti y a mí.
Ese ser con capacidad
casi infinita de asombrarse,
de reir, de esperar, de confiar.
Creo que elegimos bien.
Hay que ver lo que aprenderás:
A reir, a saltar, a correr en busca de la libertad,
a coger los caminos, unos y otros,
a equivocarte y empezar de nuevo,
a escuchar el canto de la alondra.
Buscaremos juntos el sonido del mar, del viento, las pisadas sobre las hojas de otoño,
la lluvia en los cristales, después de visto el rayo contaremos un dos tres con cautela,
hasta escuchar el trueno.
¿Como será eso de tenerte en casa, salir contigo, llevarte al campo, al mar
y si salgo sola, volver corriendo para verte, hablarte, comprobar si acaso has crecido
mientras yo no estaba?
Y cuando me hagas llorar, cuando me rechaces, cuando me digas:
-Dejame hacer solo.
Ya soy mayor.
¿Podre sonreir?
Te ayudaré siempre aunque se me rompa el corazón un poco,
he de ser yo quien te anime a arrancarte del suelo y volar, volar sin amarras.
No importarán los enfados, los desacuerdos, los cambios de humor, las escapadas. Encontrarás en mí la fuerza cuando te haga falta. Y el refugio cuando lo necesites. Pienso ahora con dulzura en el día feliz en que cumplas tu primer año. Habrá sido un año lleno de temblores, de descubrimientos, de aprender a vivir de otra manera, de sorprendernos al haber olvidado como era la vida antes. Ya no podre ni querre escaparme nunca a tu hechizo. Me pregunto si podremos darte el hogar que te mereces.Cuando nazcas y volvamos a casa, habra tantas cosas de que hablar, tanto que enseñarte, la pequeña pinada, el roble sabio que otoña en primavera, los abetos, los cedros, los lilos, el manzano, a caso haya florecido mi querida retama.
Y de pronto llegaras trayendo a mi cuerpo la primavera. Tendras hecho tu lugar entre nosotros, ese lugar durante nueve meses reservado, despues de ese dolor feliz y desgarrado, ese dolor ya para siempre compartido, el precio de tu tierna cabeza sobre mi pecho.
Que deslumbramiento esta silenciosa sensación de tres en compañía.He estado pensando: si te portas mal, ¿que hacer? ¿y si sales cabezota? ¿como enseñarte a buscar la paz, la libertad?
He de aprender también a ser madre, a dejarte hacer, a respetar tus silencios, tus soledades, a permitir que te arriesgues, que te equivoques y que sufras. Y llegó el día del parto. Ya es hora, hijo mío. De que en adelante ya no seremos uno, y esto, aunque parezca extraño, me desazona. Este es el momento en que empieza tu libertad, aquella libertad de que tanto te he hablado. Y acaso cuando la tengas, me duela.
Ahora tenemos un trabajo que hacer y tengo miedo. Pero estas tu para ayudarme y eso me reconforta. Sabes que sola no podria. Tu ayuda será incomparable. Confio plenamente en ella. Entre tu y yo podremos hacerlo. Me ayudarás ¿verdad? Se que si tu no haces tu parte con cuidado sera mas dificil. Aqui hijo, te pido que coloques tu querida cabeza con decision, en el sitio justo, para que yo pueda ir abriendote las puertas del mundo.
Así poco a poco, sin hacernos daño, iras asomandote a este mundo nuestro y tu primer gemindo se confundira con mi jubilo y mi llanto.
Luego reposaras tu cabeza sobre mi pecho y habremos vuelto a ser una entidad, todo el dolor dejado atras a cambio de la tibieza y dulzura de tu primer contacto.
Sonia.