Hola chicas!!! Qué ganas tenía de entrar de nuevo en el foro. Me hubiera gustado hacerlo antes, pero Cora me tiene el día ocupado. Si, mi princesita nació el 26 de Abril. Ayer cumplió una semanita y aunque nos está costando un poquito adaptar horarios y tenemos que padecer cada noche los dichosos gases, no cambio por nada estos momentos. Cada vez que me echa una pequeña sonrisa me pongo a llorar como una tonta. Pero no quiero contaros esto, sino el día que por fin pude ver la carita de mi enana. El lunes 24 de abril cumplía 41 semanas y según la exploración que me había hecho mi gine no estaba verde, sino "hermética". Yo casi daba por sentado que al final de esa semana me inducirían el parto si no habóa novedad y esperaba tranquila el momento, pero a lo largo de ese día empecé a tener los primeros síntomas y contracciones. El martes las cosas se aceleraron un poco, el tapón mucoso empezaba a tener restos de sangre (perdonad los detalles!!) y las contracciones eran más intensas, hasta el martes por la noche, la segunda noche en que mi chico y yo no pudimos pegar ojo. Los dolores eran regulares en intensidad aunque me venían cada 7,8,9 minutos, luego bajaban a 6 o 5, así toda la noche. Estábamos agotados, tirados en la cama viendo la teletienda a las 4 de la mañana!!! Yo no podía más y a las 6 empezamos a pensar en ir al hospital. Me daba igual que me dijeran que estaba verde. Necesitaba que me exploraran! Así que a las 6 como os digo, salimos para el hospital. Yo más feliz que una lombriz porque no quería que se enterara nadie(ya sabéis el tema de la madre y la suegra). En el trayecto empecé a tiritar y al llegar al hospital vomité. A pesar de sentirme mal, tenía el presentimiento de que ese día conocería a mi niña. Cuando llegué a la maternidad, las enfermeras dormían. En seguida me metieron en una habitación, me pidieros algunos papeles, me tomaron los datos, la tensión y la temperatura, etc. Todo me parecía un poco precipitado, aún sin saber qué estaba pasando dentro de mí y ya me estaban casi ingresando...Las contracciones se fueron distanciando. Yo me asusté. Pensé: Nos mandan de nuevo para casa!! Un rato más tarde, cuando empezaba a amanecer (no me fijé en la hora) apareció la matrona. Me preguntó qué tal estaba. Yo le dije que había pasado muy mala noche, con muchas contracciones y que al llegar al hospital las tenía cada 4 min, pero que se me habían parado. Ella me respondió: Pues entonces no estás de parto. Las contracciones de parto no se paran. Os podéis imaginar el disgusto. A pesar de todo me puso el monitor y me dijo que me iba a explorar. Efectivamente no estaba de parto, tenía el 60% del cuellos borrado pero no había llegado la hora. El monitor salía estupendo, sí quedaban reflejadas algunas contracciones cada 6-7 minutos, pero la matrona decía que tenía que hablar con mi gine (la cual les había hablado ya de mí pensando en una posible inducción para el jueves 27) a ver qué le parecía. Un poco después llegó para decirme que quedaba ingresada y ahí empezó todo. Un arsenal de enfermeras empezaron a circular por la habitación, la matrona me puso la oxitocina y le dijo a mi chico que podía irse con calma a hacer unos recados que tenía que hacer y que no le llevarían mucho tiempo. Yo también le dije que se fuera, que estaba bien...ilusa de mí!! jamás lo volveré a hacer!! Las contracciones empezaron a hacerse bastante puñeteras en cuestión de minutos y un poco más tarde casi insoportables. Mi cuerpo empezó a temblar y me costaba mucho recordar la manera de respirar de las clases de parto. Me puse de lado y me agarré con fuerza a un saliente de la cama, casi maldiciendo a mi novio por dejarme sola en un momento así y pensando que cada contracción me acercaba a mi hija. La matrona vino a verme de nuevo y me dijo que iba a llamar al anestesista. Yo vi el cielo abierto y pensé que sólo tenía que aguantar un poco más, pero el maldito anestesista no contestaba el teléfono. Mientras tanto yo lo estaba pasando fatal, la intensidad de las contracciones era todavía mucho mayor que la de las que yo había tenido durante la noche y ya me parecían malas. Ahora sí que estás de parto!!! me espetó la matrona. Mi ginecóloga llegó por fin. Vi que hablaban entre ellas. Se acercó a explorarme y me dijo: Como el anestesista tarde un poco más, yo consideraría si debo pincharme la espalda porque...estás dilatada de 7cm!! Imagináos mi cara de sorpresa. En apenas media hora había terminado de borrar el cuello del útero y dilatado 7cm. Pero el anestesista llegó por fin. En cuestión de segundos empecé a sentir un cosquilleo por todas las piernas y pude relajarme, justo cuando me estaban entrando ganas de empujar. Mi chico llegó en ese momento. La ginecóloga le dijo: Ya íbamos a llamarte porque nos la llevamos para el paritorio. Allí en quince minutos, y después de algún mal rato porque mi pequeña venía con la mano en la cara, nació mi hija Cora. Jamás olvidaré el sonido ya que no pude verlo (mi chico sí, en primera línea y sin ningún tipo de reparo, a pesar de todo lo que siempre me había dicho). El ruido de la sangre al caer al suelo y el golpe que sentí cuando me la sacaron. Después...las lágrimas y una felicidad infinita. Esto es una bendición que compensa cualquier dolor, las contracciones, las grietas en el pecho (ya parece que va mejorando la que me ha hecho mi enanita), la episiotomía, etc. Cada vez que me acerco a la cuna, cuando la cojo y siento su olor, el calor de su cuerpo...se me ponen los pelos de punta y me olvido de todos los miedos que tenía respecto a la maternidad. Sólo quiero animaros a todas las que ya estáis a punto y a las que empezáis esos milagrosos 9 meses que son el embarazo (a pesar delas molestias. El regalo de ser madres es algo que nadie nos puede quitar.
Un beso enorme de Cora y mío