Hola!
No quería escribir este post por no preocupar a nadie sin necesidad, pero una conocida acaba de pasar por una historia similar a la mía y, por falta de información y mala suerte, el final no está siendo tan feliz como en mi caso. Así que prefiero contároslo por si puedo ayudar a que no se repita
Primero de todo, siento el rollo que os voy a soltar, pero prefiero contaros como fue todo desde el principio por si los detalles ayudan.
Primero deciros que mi hijo Daniel acaba de cumplir 9 meses y que está hecho un auténtico torete: gordote, feliz y sobretodo muy sano.
Daniel nació prematuro a las 34.4 semanas y pasó los primeros 10 días en incubadora. Como a todos los prematuros, le hicieron varias pruebas para comprobar que no había ningún problema, y todo salió bien. Le dieron el alta y me lo llevé para casa.
Cuando tenía 18 días (el 4 de febrero), una mañana dejó de mamar en la toma de las 9:00. Al ser prematuro le tenía que poner al pecho cada 2 horas, así que pensamos que sencillamente estaba empachado. Lo volví a probar a las 12:00, y nada. De nuevo a las 13:00, las 14:00 A las 15:00 se cogió unos minutos, con lo que me tranquilicé. Pero lo veía raro, así que como a las 18:00 tampoco comió bien, y vi que estaba a 37.2 llamé a un pediatra de urgencia. Llegó a los pocos minutos y comprobó que tenía una ligera febrícula (los 37.2), buen color y que estaba hidratado. Lo único que dijo fue que el hecho de no tener reflejo de succión podía ser síntoma de algo un poco más serio, así que si en la próxima toma no mamaba bien, pues que me acercase al hospital para descartar una enfermedad. Pero tampoco me dio sensación de urgencia en ningún momento.
A las 20:30 le bañé para que estuviera bien despierto y luego me lo puse al pecho. Y nada. Así que llamé a una amiga para que se quedase con mi hijo mayor y nos fuimos a urgencias.
Ya en el coche el niño comenzó a cambiar de color. Los 5 minutos al hospital se me hicieron eternos. Al entrar en urgencias, estaba claramente amarillento.
Nos pasaron a un box y esperamos a la pediatra, que tardó unos 10 minutos en llegar. Allí ya hice salir a mi marido para pedir que se diesen prisa, porque el niño cambiaba de color por momentos.
Nada más verle, la pediatra me dijo que tenían que hacerle una punción lumbar para descartar la meningitis. Os podéis imaginar como nos quedamos. Nos hicieron salir del box y estuvimos esperando fuera, oyendo llorar desconsolado a Daniel mientras le hacían la prueba. Y yo llorando más todavía, claro.
Me lo devolvieron a los pocos minutos y me dijeron que nos subían a planta. El niño estaba de color gris-amarillento y respiraba con mucho esfuerzo. Nos sentamos a esperar que nos avisasen, mientras yo le notaba respirar. De repente paró. Pensé que sencillamente había pasado a un ritmo más tranquilo, y justo en ese momento entró el celador y nos pidió que le siguiésemos. Mi marido le dijo que él no quería ir a planta, que prefería que Daniel volviese a neonatos porque allí ya le conocían. Nos levantamos y en ese momento le miré. Tenía la boquita abierta. Yo se la cerré con la mano y se le volvió a abrir Fue entonces que me dí cuenta que no se movía. Grité que el niño no respiraba y alguien (una enfermera?) me lo quitó de las manos y se lo llevó, lanzándolo al aire para intentar que reaccionase. Lo metieron en un box y estuvo entrando y saliendo personal médico durante 1.5 horas. Nadie nos decía nada. Sólo les veíamos entrar con cara seria y todos corriendo. Fue horroroso, de verdad. Yo ya no podía ni llorar. Acercaron una incubadora y luego se la llevaron de nuevo vacía Bufff yo me quería morir
Por fin volvieron a meter la incubadora y sacaron a Daniel. Una enfermera le iba suministrando aire con una de esas bombas manuales. Y entonces vino la pediatra. Por lo visto Daniel tenía una infección en la sangre. Una bacteria que había estado latente hasta ese momento y que de repente había atacado- El diagnóstico era SEPSIS NEONATAL TARDÍA (unos días más tarde nos dijeron que la bacteria era e-coli). No sabían qué órganos estaban afectados, o si la parada respiratoria (que no sabíamos de cuanto tiempo había sido) le había llegado a afectar al cerebro. Me dijo que en 12 -24 horas sabríamos si las secuelas eran graves en ningún momento se planteó que no las tuviese.
Para no enrollarme más. A medida que fue pasando el tiempo, se fueron descartando problemas. Tuvimos MUCHISIMA suerte. La bacteria no llegó al cerebro, y los riñones, corazón, aguantaron. Estuvo con respiración asistida 72 horas, sedado y lleno de tubos y cables. Cuando le retiraron la sedación, tuvo que seguir inmovilizado 2 días más y por fín empezaron a retirar cables y demás. Tras 15 días en neonatos y 1 semana en planta, me lo pude llevar sanísimo a casa.
Ya os he dicho que no quiero asustar a nadie. Pero creo que conviene saberlo: NO ES NORMAL QUE UN LACTANTE NO CHUPE. Si se les ofrece el pecho, el bibe o el chupete, lo natural es que lo acepten, incluso si no tienen hambre. Si no lo hacen, puede ser síntoma de algo MUY SERIO, y conviene que un profesional lo evalúe.
La doctora que le atendió me dijo que de habernos quedado en casa a la mañana siguiente o bien el niño hubiese muerto durante la noche sin nosotros enterarnos o el niño hubiese tenido ya una meningitis bacteriana (la peor que existe) y las secuelas hubiesen sido graves y permanentes. Si es que se salvaba.
En mi caso todo acabó bien. En buena medida, gracias a los excelentes profesionales del Hospital de Barcelona (tanto de Urgencias, que le salvaron la vida, como de Neonatos que le cuidaron y vigilaron como si fuese suyo).
De nuevo siento el rollo, pero espero que esto pueda ayudar a alguien
Un beso,
Irene + Diego (6a) + Daniel (9m)