A cuento de otro mensaje que he leído en otro post, he pensado abrir uno con mi opinión respecto a este tema.
Os cuento una anécdota de este mismo verano.
Vosotras juzgad:
Habíamos quedado con una pareja de amigos para cenar. Ellos no tienen niño todavía, nosotros sí. Podríamos hacer como todos los padres y decirles que si quieren vernos se vengan a casa a cenar. De hecho mas de una vez en Invierno se han tirado el rollo, y en vez de estar de fiesta por ahí, han venido a casa para poder vernos y charlar un rato. Pero hoy es verano, y se está mucho mejor en la calle que en casa. Así que hoy los que cedemos somos nosotros (al menos en la medida de lo posible, sin pasarnos que llevamos un bebé...)
Así que nada, cogí a mi niño, le di un bañito, le puse su pijama, guardé su biberón en la bolsa y me fui a la calle, a una terraza. Nos vimos con nuestros amigos, nos saludamos, y nos sentamos tranquilamente a charlar. Mientras tanto, saqué el biberón, se lo di al peque, y luego le di unos mecidos en su sillita hasta que se durmió. Y así estaban las cosas, tenía yo a mi bebé durmiendo en su sillita, tapadito con su mantita y con su pijamita puesto, mas a gusto que en brazos, (porque a mi niño el run run de la calle le encanta), y los demás charlábamos y picoteábamos algo en la terracita.
No había humos de tabacos, porque estábamos al aire libre, el ruido era moderado, el niño no tenía frío ni calor y dormía plácidamente todo espatarrao en su sillita. No es algo que yo haga todos los días, normalmente mi niño suele dormir en casa en su cunita, tiene mas o menos sus costumbres, pero hoy es sábado, estamos en agosto y hemos decidido romper la rutina un poco.
De repente me empecé a sentir observada. Pues sí, había una serie de mamás (de niños mas mayores), y de mujeres que me miraban con mala cara. Como la gente se cree que no se la oye (en una terraza la conversación de la mesa de al lado se entiende perfectamente), comenzaron a criticarme y a tacharme de mala madre. Encima cometí el gravísimo error de esa noche maquillarme un poquito y ponerme un zapato alto para salir (total, íbamos a estar sentados en una terraza, no en un parque con columpios), lo que ya derivó en llamarme poco menos que fulana desalmada. A una de ellas, la mas brujilla de todas, le oí decirle a su hija de 6 años o así... Fulanita, mira en la mesa de al lado hay un bebé, anda, acércate, asómate al carrito y le dices algo.
Así que ya me la vi venir. Intenté frenarla pero no hubo manera (es una niña, qué le vas a decir), y se acercó a la sillita y pegó el típico grito llamando a su hermana que le despertó. Así, que nada, mi niño se despertó y se puso a llorar. La cara de satisfacción de aquellas mamás no tenía desperdicio. Y ahí estaba yo, con mi niño llorando y toda la terraza fulminándome con la mirada (incluyendo el camarero). Ya había pasado de ser mala madre, a zorr*n, y de ahí a incordio, incluso a uno de sus maridos le oí decir...anda, marcharos ya... (Como si su niña jugando al rescate entre las mesas no molestara sabes...)
Así que cogí a mi niño en brazos, me lo puse encima, y le empecé a cantar bajito hasta que se calmó, y a los 10 minutos se volvió a dormir.
No es que mi niño sea un santo. Es que está acostumbrado a eso. A romper de vez en cuando (y solo de vez en cuando), sus rutinas. Él no necesita la seguridad de los barrotes de su cuna para dormir, en su cuarto, 24 de temperatura, humedad del 2%, cuna orientación norte, luz apagada y silencio absoluto para dormir. El para dormir sólo necesita que su madre o su padre, y nuestros mimos y nanas andemos cerca. Y para el caso poco le importa dormir en su cuna, en la cuna de viaje o en el cochecito.
No se descompone si no cumple un día su ritual del baño, cena, cuna.
Aunque normalmente seguimos un orden, a veces lo desordenamos, bien sea porque se lo autodesordene él, porque ese día tenga menos hambre o mas sueño, o nosotros, por cosas que surgen, imprevistos, cambios, alguna cena en otra casa o no sé....
En fin, volviendo a la anécdota, el niño se volvió a dormir y le volvía a poner en su sillita donde se quedo hasta que nos fuimos. Siguieron criticándome, pero directamente pasé... Cuando llegamos a casa le pasamos a su cuna, hizo un amago de abrir el ojo, pero le di un poquito de agua, le puse el chupe y se volvió a dormir.
Al día siguiente no sé, estaba un poco rallada por los comentarios del día anterior. Me sentía un bicho raro, realmente el único bebé que había en la terraza era el mío. Así que ese día decidí ser buena madre y ser fiel a un horario y quedarme en casa. El baño fue bien. La cena también. Luego le acosté y lo hice como debe de ser, sin ruidos, luz apagada, después del ritual... Pero sorpresa! Olvidé que la vecina de arriba está en pleno proceso voy a enseñar a dormir a mi niño a las 8:30 por mis coj*****, (según ella misma me comentó, con sus propias palabras) Así que el niño se estuvo berreando desde las 8:30 hasta las 10:00. Como es lógico, mi niño no se podía dormir, tenía calor hasta con el ventilador puesto, y se desveló con tanto alarido. (Una cosa es el ruido de fondo de una conversación entre adultos, y otra un niño pegando gritos como si le despellejaran). Al final se durmió a las 10:30, cuando por fin se durmió el de arriba, y el se puedo dormir.
Los niños no son relojes, en la vida pasan cosas, vecinos que lloran, niños que juegan cerca, calor, coches que hacen ruido, visitas inesperadas... pretender vivir en una burbuja obsesionado con mantener una rutina estricta me parece exajerado, aunque lo respeto, como respeto a mi vecina, por mucho que los alaridos de su niño me compliquen la vida. Mañana a lo mejor es mi niño, que está malito el que molesta a los vecinos de abajo. No sé, un poquito de comprensión...
Sinceramente, ¿es necesario criticar continuamente a la que no lo hace como tu?
En fin...
Que la peña se aburre mucho.