"El amor es bello como la espera en un pasillo de la planta catorce, como un suelo lleno de juguetes cercano al cielo. El amor son los ojos rasgados saliendo de un ascensor. Los nervios son cuchillos que no me dejan estar quieta. Por fin alguien se acerca a mí y una mujer coloca una niña en mis brazos.
Tiene ojos de media luna en verano, carita de lluvia. En mi interior una bandada de pájaros levanta el vuelo. Mis ojos se agrandan de asombro. No nos parecemos en nada, pero lo compartiremos todo.
Ella no llora, me observa fijamente. Yo tiemblo. Las manos que la sujetan por primera vez no parecen corresponder a mi cuerpo. Todo el ruido desaparece a mi alrededor, toda la tierra está contenida entre las paredes del hotel. Yu Lai es su nombre, venida de la lluvia. Yo no soy china, ella sí.
El universo entero está expectante. Nos miramos. Es el final de algo, y el principio de todo. Una vez más, la vida ha derrotado a la muerte y la soledad; el amor vence a las fronteras. Es, de nuevo, el milagro más antiguo del mundo, la maternidad".
Texto extraído del libro de Sara Barrena, madre adoptiva de Sara Yu Lai y autora de "Venida de la lluvia. Historia de una adopción internacional" Editorial Granica.
Mirar para atrás y recordar los nervios previos a la asignación me supone tener de nuevo muchas mariposas en el estómago. Mis entrañas sienten la necesidad de revivir las emociones que sentí el uno de Agosto de 2005.
La semana previa a las asignaciones, no cabía en mí. Estaba terriblemente nerviosa. El uno de agosto 2005, sobre las doce y algo de la mañana, me llamó Maria Reig de Aci Bilbao para decirme: tienes una hija preciosa, muy sonriente hoy por casualidad cumple 8 meses y se llama Lei Jin Xing, es de Guangdong, de la peninsula sureña de Leizhou.
Ahhhh, apenas pude sujetar el boli, ¡¡¡por fin mi hija me esperaba al otro lado del mundo y en mes y medio la abrazaría!!! En dos días vería por fin su bella y sonriente cara. El mismo día de la llamada saltaba, lloraba y llamaba por teléfono a todos los familiares para darles la buena noticia. Primero a mi marido, al aita de nuestra guangdonguera, luego a mis padres, a mis familiares y amigos.
¿Qué sentí? Ufff, sólo las madres que pasan por esto podrían entenderlo. Mi interior se llenó de felicidad, amor, sensibilidad, cariño, protección ...todo mi cuerpo era un volcán de emociones....y de repente, quería ver su foto, tocarla, conocer su boca, sus bellos ojos rasgados...Sólo tenia que esperar dos días.
El tres de agosto del 2005 sobre las tres y algo de la tarde, después de dos días de gran intranquilidad, bajamos a Aci, a conocer a nuestra pequeña y por fin, sentados en la mesa, María nos presenta la documentación con los datos de nuestra hija Zayra Jinxing junto con tres fotos. ¡¡Dios mío!!! Fue ver su gran sonrisa y su gran fortaleza y LLORÉ ...ROMPÍ A LLORAR CON LA ANGUSTIA DE 6 AÑOS ACUMULADA ...Lloré desgarrándome el alma de felicidad, miré a Itu y sólo acertaba a decir 'YA ESTÁ...YA ESTA..YA ESTÁ...Él me entendía perfectamente y nos besamos, nos abrazamos llenos de una gran felicidad. Nuestra hija parecía muy feliz.
La foto no engañaba, porque nos lo ha demostrado cada día desde que la tuvimos en brazos por primera vez, el 18 de septiembre de 2005. La vorágine de emociones que siguieron en los días sucesivos, son inexplicables: fotocopias de las fotos para los amigos y la familia, llamadas, preparativos, maletas...tocar por última vez su ropita ,sus cositas, sus juguetes mientras besas, una y otra vez, las fotos que están por toda la casa. Ahora, dos años y medio después de aquella llamada, escribiendo mi experiencia, no puedo parar de llorar al recordarlo.
Nuestra hija ha sido y el mejor regalo del cielo que mi Dios nos ha podido ofrecer. Nos ha dado felicidad, amor, energía, ilusión, sueños, deseos y sobre todo, mucho por lo que luchar... Estamos en un sueño del que no queremos despertar, que se verá completo con la llegada de su deseada hermana Noa, si Dios nos ayuda.
TE QUIERO HIJA MIA, ME HAS DADO LA VIDA...ME HAS REGALADO UN DESEO...PODER AMARTE COMO SIEMPRE ANSIÉ AMAR A UN HIJO... Y DESEO QUE DIOS ME PERMITA VEROS CRECER A LAS DOS LO SUFICIENTE PORQUE SOIS JUNTO CON AITA MIS PILARES.
Tras mes y medio de locura adorable con maletas, papeles, compras y reorganización de todo por milésima vez, cerramos la puerta de nuestro hogar sabiendo que, a la vuelta, seríamos, por fin, tres. A la vuelta, nuestro deseo estaría cumplido. El nerviosismo y el deseo junto con la inquietud y el cansancio acumulado, hicieron que el super viaje al sur de china fuera interminable.
Nos lo pasamos muy bien conociendo al que seria el grupo que nos acompañaría durante los 15 días de estancia en el país asiático. No dormimos pero no nos importó. Sólo queríamos tener a nuestra hija cerca y empezar a conocernos. Y llegó el gran día. Llegamos a las siete de la mañana, sin tiempo ni de ducharnos. Preparamos la bolsa con sus cosas para el encuentro y allá que fuimos, al registro de Guangzhou.
En pocos minutos aparecieron las once guangdongueras que serían nuestras hijas. El ascensor se abrió y nos pilló por sorpresa. Las once cuidadoras pasaron fugazmente pero ello no impidió que viésemos a Zayra Jinxing, vestida de rojo con calcetines blancos, sujetando el patito amarillo que le habíamos mandado previamente desde España. Su visión fue fugaz, efímero, pero tan intenso que los nervios me jugaron una mala pasada y rompí a llorar sin poder controlarlo. Cuánto amor escondido en mi corazón, cuánta necesidad de tenerla junto a mi. Sólo nos separaban unos momentos.
La entrega se acercaba. Llegaba el ansiado momento. Pasamos a una sala y tras rellenar una serie de papeles y ver cómo las diez niñas restantes se juntaban con sus padres, llegó la última niña, nuestra hija.
Dijeron en alto: LEI JIN XING...y me acerqué a ella, la agarré, acerqué mi cara a la suya,la sentí mi hija, supe que era mi hija y gracias a su buen estar, el momento fue precioso. No lloró, fue la única que no lloró. Nos observaba mucho, miraba a uno y a otro, pero no lloró y eso nos tranquilizó muchísimo. Bebió mucha agua. Le encantó un sonajero traído de España y una galleta china que me habían dado.
La vuelta al hotel fue perfecta. El primer baño la entusiasmó, el primer bibe, las primeras sonrisas, el gateo, los paseíllos intentando andar agarrada...siempre sonriendo, siempre contenta.
Puedo decir que los quince días en el país de nuestra hija han sido la experiencia más enriquecedora jamás vivida. Lloré en el autobús, lloré embarcando, lloré en el avión...y JURÉ POR MI HIJA QUE VOLVERIA A BUSCAR A SU HERMANA...y así será, con la ayuda de Dios.