http://www.aidsmap.org/es/news/35C48842-ABA6-4773-BECB-096B3C E6123A.asp
La opinión de los conservadores católicos sobre los condones no debería interpretarse como cruel. Desde su punto de vista el uso de los condones es erróneo, incluso como profiláctico contra las enfermedades ya que impiden la contracepción. La vida, desde el momento de la concepción hasta la muerte es, en opinión de los católicos, sagrada. Sólo Dios puede determinar el fin de la vida. Cabe destacar que la voz de Juan Pablo II se alzó contra la discriminación de personas que viven con VIH, y los sacerdotes católicos encargados de temas de SIDA se pusieron manos a la obra.
No obstante, ciertos grupos conservadores han desarrollado y puesto en circulación argumentos pseudocientíficos contra el uso de preservativos como medio de prevención del VIH. Un documental emitido recientemente por la BBC de su programa Panorama evidenció que hay sacerdotes católicos que propugnan que los condones son teológicamente malos y diseminan falsa información sobre la eficacia y seguridad de los preservativos.
Por tanto, se están atribuyendo miles tal vez millones de nuevas infecciones por VIH a la iglesia católica y en particular a la intransigente oposición de Juan Pablo II al uso del preservativo. Hay incluso iniciativas para que aquellas mujeres que se negaron a usar preservativo por seguir los dictados de la iglesia y fueron infectadas con VIH por sus maridos sean consideradas mártires de la fe católica.
Aunque en mayor medida han sido los activistas del VIH en la prensa de izquierdas los que han abanderado estas críticas, el apoyo ha llegado de los sitios más insólitos. Un antiguo asesor de Margaret Thatcher, Ferdinand Mount, columnista del Daily Telegraph y adulador de la cultura de la vida de Juan Pablo II, quedó estupefacto al comprobar que su colega de redacción el neoconservador Mark Steyn empleó su columna para destacar los errores de la doctrina de Juan Pablo II en temas como los preservativos, el control de la natalidad y la homosexualidad.
En el reciente repaso al papado de Wojtyla, los medios a menudo pasan por alto el papel que desempeña la iglesia católica proporcionando tratamiento y cuidados para el VIH. Sea quien sea el elegido es seguro que la iglesia católica seguirá con esa labor.
La Agencia Católica de Cooperación en el Reino Unido (CAFOD, en sus siglas en inglés) da apoyo a programas de educación, prevención y cuidados para el VIH en África, Asia, Europa del Este y Suramérica. Su publicación VIH/SIDA: los hechos usa un lenguaje muy cuidado y respalda el modelo ABC de prevención del VIH. CAFOD siempre ha condenado la información tendenciosa sobre la eficacia de los preservativos, o bien su eficacia al 100% o bien que tienen pequeños agujeritos por los que se cuela el VIH.
Las ordenes de religiosos católicos que se dedican a la enseñanza desempeñan en todo el mundo un papel muy importante en programas de tratamiento del VIH, un buen ejemplo es el trabajo de la hermana María Virginia Annel cuyo proyecto CONTRASIDA proporciona tratamiento antiviral en El Salvador.
El trabajo de prevención del VIH a menudo va de la mano de iniciativas de cuidados y tratamiento. La enseñanza católica tradicional retiene su importancia, aunque hay indicios de que está en marcha un nuevo abordaje más pragmático de sacerdotes que trabajan en primera línea en la provisión de servicios para el VIH. Durante una rueda de prensa en Londres antes de la CIS de 2004, el Dr. Peter Piot cabeza de ONUSIDA y católico dio un ejemplo de ese pragmatismo. Describió un encuentro con monjas católicas en el sur de África que distribuían preservativos a las mujeres, cuando las preguntó por qué repartían condones desafiando las directrices del Vaticano una de ellas respondió: Roma queda muy lejos.
Muchos católicos devotos y muchos sacerdotes se escandalizarían ante esta actitud. Ciertamente, el conservador grupo de presión Acción Católica recientemente tildó de pecado cualquier donación a CAFOD por su actitud liberal frente a los condones y la contracepción. Los candidatos africanos más destacados para el próximo pontificado comparten una interpretación conservadora de la doctrina católica sobre la sexualidad y los condones, incluso cuando se usan para prevenir la transmisión del VIH.
Con todo, existen divergencias entre la jerarquía católica. En 2001 la Conferencia Surafricana de Obispos Católicos emitió un comunicado de apoyo al uso de condones entre parejas serodiscordantes. Otro liberal, también señalado como papable, el cardenal Godfried Danneels, arzobispo de Bruselas y Mechelen mantiene una postura similar. Afirmó que si una persona VIH positiva desea seguir siendo sexualmente activa, debe usar preservativos para evitar la transmisión a otros o estaría incumpliendo el mandamiento de no matarás.
Sus comentarios bien podrían representar la opinión generalizada de los católicos en Europa. El cardenal Basil Hume, muerto recientemente, apoyó a su asistente el obispo de East London, Victor Guazzelli, cuando afirmó me parece que si la gente va a tener relaciones sexuales, debería al menos tener la obligación de no pasar la enfermedad y muerte, incluso cuando la única opción para ello es el uso del preservativo. Me parece de sentido común. Se conoce que el sucesor de Basil Hume como arzobispo de Westminster, el cardenal Cormac Murphy-OConnor es de la misma opinión. Esto no debería sorprendernos en exceso ya que la iglesia en occidente es muy pragmática con el uso de la contracepción. Muy pocos católicos en occidente se confesarían por el uso de contraceptivos y muy pocos curas impondrían una penitencia por el uso de estos métodos. Se calcula que un 75% de católicos casados en los países ricos utilizan la píldora y en Italia se registra el índice de natalidad más bajo de toda la Unión Europea.
Entre los seglares católicos hay también un fuerte apoyo al uso de preservativos para evitar la transmisión del VIH. Dado que la mayoría de católicos en occidente no tiene ningún reparo en ignorar las doctrinas de la iglesia en el control de la natalidad, no sorprende que haya un buen número de creyentes dispuestos a discrepar de la visión del Vaticano sobre otros asuntos. Uno de esos grupos en condoms4life, que surgió de Católicas por el Derecho a Elegir, un grupo de presión estadounidense por la libre elección. Condoms4life se creó tras las proclamas vaticanas en las que afirmaban que el uso de condones contribuía a la extensión del VIH en vez de contenerla. El mensaje de la organización es simple: los condones salvan vidas y los buenos católicos deberían usar condones para prevenir la transmisión de la enfermedad. Anima a todos los católicos a transmitir a la jerarquía eclesiástica los argumentos éticos y de promoción de la salud a favor de los condones.
Las doctrinas oficiales sobre sexualidad también son cuestionadas. Ciertas organizaciones, como el grupo Somos Iglesia, argumentan que la doctrina católica está desfasada respecto a la sexualidad humana contemporánea y que el celibato debería ser una opción, no una imposición. Incluso teólogos como Enda McDonagh, profesor emérito de teología moral de la Universidad de Maynooth en Dublín, están destacando el valor del compromiso de las uniones de personas del mismo sexo.
La iglesia católica es la más antigua de la instituciones del mundo occidental. En el catolicismo, la tradición no es sólo un detalle pintoresco, sino un principio rector que determina la doctrina y la autoridad. Los seguidores de la ortodoxia católica sobre la sexualidad y los preservativos apelan a siglos de tradición de teología y moral para apoyar sus planteamientos. La iglesia, argumentan, no puede cambiar así como así para adaptarse a modernos valores seculares; incluso cuando aspectos como el rol de la mujer en la iglesia, el celibato, el aborto y la sexualidad parecen ir a destiempo.
Pero leer un poco sobre la historia de la iglesia puede arrojar cierta luz sobre su flexibilidad y la antigüedad que se atribuye a ciertas enseñanzas puede que no sea tanta. Al principio de la iglesia latina las mujeres eran ordenadas diáconos, grado inmediatamente inferior al de sacerdote, el celibato entre los clérigos no se impuso en la cristiandad católica hasta el siglo XI, la contracepción y el aborto hasta el día 40 de embarazo estaba permitido hasta el Concilio Vaticano de 1870, incluso un estudioso norteamericano menciona que existía un sacramento de unión de parejas del mismo sexo en los albores de la iglesia.
Las doctrinas y enseñanzas de la iglesia católica están por tanto sujetas a cambios. No es inconcebible que en el futuro el posicionamiento de la iglesia sobre los condones y muchos otros aspectos relacionados con la sexualidad humana y la reproducción puedan cambiar.
Pero, ¿es posible que esto ocurra con el próximo Papa? Cualquiera que haya visto por televisión las escenas de duelo popular en todo el mundo por la muerte de Juan Pablo II o haya oído los elogios a su memoria creerá que ha dejado una iglesia lista para afrontar los retos del siglo XXI. Nada más lejos de la realidad, el catolicismo está en crisis. La asistencia a misa ha caído espectacularmente durante el reinado de Juan Pablo II, incluso en su Polonia natal, que junto a otros países europeos y norteamericanos registra una alarmante escasez de sacerdotes. El catolicismo en EEUU está desprestigiadísimo debido a los escándalos por abusos sexuales. La iglesia en Latino América sufre los envites del protestantismo evangélico, hay tantas deserciones que ya se invoca una segunda reforma. En África y Asia la asistencia a misa sigue siendo alta pero está el empuje del Islam; en África el tema del SIDA hace poner en cuestión las doctrinas sobre la contracepción.
¿Podrá cambiar la suerte de la mayor religión del mundo un Papa continuista? ¿Optarán los reunidos en la Capilla Sixtina por el cambio? Hay un precedente reciente. En 1959 el conservador Pio XII (héroe de Juan Pablo II y canonizado por él) murió tras un Papado de 19 años. Su sucesor Juan XXIII reinó durante cinco años pero convocando el Concilio Vaticano II instigó reformas en el seno de la iglesia católica que la llevaron de golpe al siglo XX. Tal vez el próximo sucesor de San Pedro introduzca reformas que capaciten a la iglesia para superar los retos que le impone el siglo XXI.
Gracias a Martin Pendergast por su ayuda. Martín es secretario de Catholics for AIDS Prevention & Support (su contacto es CAPS - PO Box 24632, London E9 6XF). Hay un grupo de apoyo mensual en Central London para católicos que viven con VIH: Positive Catholics: e-mail: positivecatholics@btinternet.c om.
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).
