Pues sí, y mira que parecía que no iba a llegar nunca, pero ya tengo a mi Antonio Javier en casa con nosotros.
Os cuento brevemente mi parto, porque yo soy de esas a las que les gusta leer los partos de las otras mamis para compartir su felicidad. Así que ahí va el mío.
El jueves 22 de abril voy al gine, estando ya de 39+5 y me dice que todo está bien, pero que mi niño estaba colocado muy alto y algo girado, como ya tengo cesárea anterior (y una princesa de casi tres años fruto de esa cesárea) me comenta el gine que es posible que prevee que será un parto largo y difícil y que no descarta que acabe en cesárea, por lo que me propone programarla. Acepto y me dice que me la hará el sábado 24.
Ingresé a eso de las 8:30 con unos nervios enormes, a pesar de que ya tenía experiencia previa. Me prepararon y a las 11:10 horas nació mi tesoro, con 3270 kgrs y 50 centímetros, volví a sentirme la mujer más feliz del mundo, exacatamente igual que cuando nació mi hija mayor. Se lo llevaron nada más sacarlo de mi vientre, pero yo veía lo que le iban haciendo en la habitación de al lado. Minutos después la matrona me lo acercó para que lo besara y le di tres besos en la frente, cuánto amor sentí!!!
Ya sabéis lo que viene después, a la sala de despertar, hice lo imposible por mover cuanto antes las piernas para que me subieran a la habitación, cosa que ocurrió como una hora después. Al llegar a la habitación me encontré a mi marido junto a la cuna de mi hijo, me embargó la emoción, y aún más cuando me puso al pequeño en mis brazos. Pero cuando me sentí totalmente feliz fue por la tarde cuando mis hermanas llevaron a la clínica a mi Alejandra, tener a mi hijo en brazos y a mi niña echada en mí fue y es, jolines, no sé, no hay palabras para describirlo, es que no se cambia por naaada del mundo.
Esa noche la pasé fatal, con los dolores de entuerto, que son como contracciones de parto mediante las cuales el útero se coloca en su sitio, estos dolores no le dan a todas las mamis, no preocuparos, pero yo lloraba de dolor porque imaginaros unas contracciones fuertes con una cesárea recién hecha, uff.
Pero bueno, atrás quedó. Yo en la clínica sólo pensaba en el momento de regresar a casa, porque echaba muchísimo de menos a mi hija, pobrecilla, en esos días se portó como una campeona.
Y nada, que al final os he soltado un rollo muy largo. Pero quería compartir con vosotras esos momentos y sobre todo que sepáis que sí, que ser madre es maravilloso e inigualable. Y ser madre por segunda vez multiplica la felicidad.
Muchos besos y suerte a todas. La espera merece la pena.