Hola a todas!!
Ya sé que no suelo participar muy activamente en este foro, pero me gustaría comentaros que ya soy mamá, aunque con un poquillo de susto!!
Laia nació el jueves pasado, día 11. Ya el martes de la semana anterior, en el control mensual al que iba por privado, me detectaron crecimiento intrauterino retardado y oligoamnios leve (poco líquido amniótico).
Así es que me pusieron a reposo. También me tuve que pinchar corticoides "para prevenir" en caso de parto prematuro por disminución del líquido amniótico.
El viernes de la misma semana volví a la clínica, donde me hicieron varias pruebas que salieron todas bien, entre ellas una de la circulación de la sangre del bebé. Me dijeron que si todo seguía igual el embarazo podría llegar a término, pero que había que controlarlo cada semana. Tenía que volver el viernes día 12.
Sin embargo, el miércoles 10, por la noche, noté que la peque no se movía con aquella vitalidad acostumbrada, aunque eso sí, se movía. El jueves 11 por la mañana la niña apenas se movía, aunque yo intentaba "despertarla", y me puse algo nerviosa. Le dije a mi marido, que estaba a punto de irse a trabajar, que me llevara al médico, que necesitaba oír a mi bichito. Le dije que a Martorell mismo, que estaba más cerca, y que seguro me decían que eran manías de primeriza, pero yo estaba nerviosa.
Total, chicas, que efectivamente, el primer médico que me ve en Martorell me dice que si yo noto a la niña, eso es que está bien, que me tenía que haber esperado a la visita, me escucha un momento el latido y me dice "Ves?" y me hace un tacto, pero de todas maneras, viene la comadrona y me pone las correas.
Yo, inocente de mi, pensaba que aquel movimiento quería decir que la máquina sí detectaba los movimientos del bebe, aunque yo no me enteraba. Sin embargo, me preocupé, pues cada poco, las pulsaciones bajaban en picado, de 160 a 90 o 100.
En fin, que vino otro médico y me dijo que tenía contracciones, de lo cual yo ni me enteraba. Me hizo otro tacto y me dijo que estaba dilatada un dedito justo. Luego vino el primer médico, y otro, que luego supe que era el jefe. Al final me dieron unas pastillas para parar las contracciones.
Cuando ya no tenía contracciones, el segundo médico me dijo que me harían una ecografía, porque el registro no salía bien.
En la ecografía me vieron también CIR y oligoamnios, pero esta vez severo, y me dijeron que me derivaban a San Juan de Dios. Yo pensé que era para que me llevaran el embarazo desde allí, pero luego el médico me dijo que yo estaba de cesárea, pero que ellos no podían atender partos de menos de 35 semanas. Y que no comiera ni bebiera nada.
Así que me dio mi historial, me dijo que me había reservado habitación y incubadora y que en cinco minutos tenían allí la ambulancia.
Yo no me lo podía creer, tenía un tembleque ...
En San Juan de Dios tardaron más de una hora en atenderme, y me dijeron que me iban a ingresar para hacerme unas pruebas. Yo le comento al médico lo que me han dicho en Martorell y me dice que no, mujer, que sólo unas pruebas.
A los cinco minutos viene otra doctora, que es la que se encargaba del registro. Lo coge, se lo mira, lo habla con el otro, y me dice "Te vamos a hacer una cesárea: la niña no crece, casi no hay líquido amniótico, y aunque la última dosis de corticoides te la pusiste ayer, las anteriores algún efecto habrán echo. Así es que te ponemos un antibiótico, y dentro de cuatro horas, cuando haya hecho efecto, te bajamos a quirófano".
De allí me llevan a una sala de dilatación, y al rato viene mi marido. Ya me habían puesto un camisón de hospital, una vía, una sonda, ...
Sólo había pasado una hora cuando viene otra vez la doctora y vuelve a mirar el registro. "No vamos a esperar más. Te haremos ahora la cesárea."
No había pasado aún otra hora que Laia ya había nacido. Me la enseñaron de lejos y se la llevaron.
Laia nació con una anemia severa, y le tuvieron que hacer una transfusión de sangre nada más nacer. Algo más tarde se la tuvieron que repetir. Afortunadamente, respondió bien, y superó las primeras horas críticas, aunque con respiración artificial. De momento, parece que no tiene secuelas por el sufrimiento fetal.
Ayer le quitaron la respiración artificial y va respirando solita. Nació con 1,620 Kg y como todos, perdió algo los primeros días. Lleva dos días recuperando peso, y ya pesa 1,445 Kg.
Perdonad el rollo tan largo, pero es que no he sabido acortarlo más. Ahora tengo que recuperarme pronto de la cesárea, para poder ir a ver más a menudo a la peque. Estoy segura que dentro de poco la sacan de la UCI y la llevan a otra sala de cuidados menos intensivos. Está en un buen hospital.
Aún no sé qué conclusiones sacar de todo esto, porque cada vez que lo pienso me pongo a llorar. En fin, ahora lo que importa que Laia se ponga bien y la podamos tener pronto en casa.
Gracias por leerme. Os lo tenía que explicar.