Ayer jueves, me practiqué un aborto legal con 10.5 semanas de gestación. Tenía muchos miedos (no miedo), que iban desde los remordimientos hasta aquel que me hacía pensar que no sobreviviría. Durante más de una semana busqué en internet si dolía tener un aborto. De hecho, el martes en el hospital me dieron seis pastillas, para que me las suministrara el jueves por la madrugada. Eso también me daba miedo, me dijeron que tendría muchos cólicos y sangrado abundante. Seguí buscando en internet si dolía, y sólo encontraba respuestas de mujeres defendiendo su postura: es bueno, es malo, no lo hagas, es tu cuerpo y hazlo si quieres, y señalamientos por el estilo. En fin. Me hubiera gustado encontrar una respuesta como la que voy a plasmar aquí. No me dolió, absolutamente nada. El jueves a la una de la mañana suministré cuatro pastillas en forma hexagonal, vía vaginal. Seguí dormida hasta las 4 de la mañana, cuando me tocaba ponerme las dos últimas pastillas una de cada lado de la boca, en la parte de abajo, donde está la primera muela. Se suponía que tenían que disolverse, pero pasó una hora, las mordí y me las pasé sin agua, porque el médico me especificó que sólo podía ser de esta forma. La cita en el hospital fue a las 7.30, mi mejor amiga pasó por mi a las 6:30, aunque la clínica está a tan sólo dos cuadras de mi casa. Nos quedamos esperando en el carro hasta las 7:00, nos bajamos porque me dio diarrea. Y con la diarrea también vinieron hemorragias, nada dolorosas. Lo que más me preocupaba era haberme "soltado" del estómago. Supuse que habían sido los nervios, y mejor seguí platicando con mi amiga, cosas del trabajo, de otros amigos, nada que ver con esto. No fue sino hasta las 9 cuando me pasaron, junto con otra chica, a una habitación para que nos quitáramos la ropa y nos pusiéramos unas batas. Todo lucía muy limpio. Nos recostaron, a cada una nos pusieron un suero en el brazo izquierdo. También nos tomaron la presión. Como yo era la primera en la lista, y la que tenía más semanas (la otra chica tenía siete semanas), me llevaron primero al quirófano en una silla de ruedas. Me recostaron en la mesa de operación, mi cadera tenía que estar en el filo de la misma, hasta abajo, y me pidieron que subiera las piernas, una de cada lado de los soportes. En seguida llegó la anestesista, me preguntó mi nombre, cuántos embarazos llevaba, me colocó tres "chuponcitos" para después ponerme unos cables para monitorear mis signos vitales. Acto seguido, me dijo que me pondría la anestesia en el suero y que me iba a quedar profundamente dormida. Mientras ella decía eso, la doctora me lavaba el área genital para esterilizarla, y me metió algo pero me advirtió que me dolería la zona por la que sale la pipí. Así fue, tuve una molestia, en seguida me pusieron el sedante en el suero, me preguntaban mi nombre, una, dos, tres veces, yo respondí hasta que me quedé dormida. Puedo decir que no soñé nada, no recuerdo nada. Cuando desperté me sentía tranquilísima, y lo primero que hice fue preguntar si esos sedantes se vendían en pastillas, porque se dormía riquísimo. Me habían cambiado la bata por otra de tela, estaba bien tapadita con una sábana y una cobija. Fue hasta que abrí los ojos que me desconectaron de los monitores. Me llevaron a piso. Me preguntaron cómo me sentía, yo respondí que bien, todavía un poco adormilada. Me dormí como quince minutos, en seguida llevaron a la otra chica, la que abortó con 7 semanas. Me platicó que tardé mucho en despertar, que todos me llamaban por mi nombre, pero que yo seguía dormida, aunque con los signos vitales estables. Ella estaba en el quirófano de al lado, pero sólo la anestesiaron de manera local, por lo que estuvo conciente todo el tiempo y todo lo escuchó. Me dijo que ella tenía un poco de cólicos, yo le respondí que no sentía nada. Y efectivamente, no sentía nada, sólo estaba un poco mareada. Ella y yo, que éramos las únicas en el cuarto, estuvimos platicando mucho tiempo, porqué abortamos, cómo nos sentíamos y creo que eso fue muy importante para que no vivieramos ningún tipo de crisis o remordimiento. Ambas lo hicimos porque no podíamos darle calidad de vida a esas "semillas" que si seguían desarrollándose entonces se convertirían en seres humanos. Lo asimilamos así, platicamos de nuestro trabajo, nuestras hijas, ella dos y yo una, y constatamos que tanto ella como yo estamos enamoradas de ellas, que son nuestra razón de vivir y nuestros más grandes tesoros. Los médicos y enfermeras iban constantemente a vernos, para verificar la evolución de la recuperación. Mi compañera de cuarto casi no tenía sangrado, yo sí, como el de una regla, sin dolor, sin cólicos. Todo bien. Me enteré que me pusieron el dispositivo, aunque yo no lo pedí. Ambas teníamos mucha hambre. Nos llevaron la comida hasta las dos de la tarde. No comíamos nada desde el día anterior. Nos tomaron la presión dos veces después de la intervención y todo estaba en orden. Diez minutos antes de las 5 de la tarde fue el médico que firmó nuestra "alta", y que sólo que nuestros familiares o visitantantes, en mi caso mi amiga, llevaran nuestra ropa podríamos vestirnos e irnos a casa. Nos recomendó reposo para el resto de la tarde y que al día siguiente podíamos llevar nuestra vida con toda normalidad. Pasó más tiempo, una hora, para que llegara una enfermera con nuestra ropa. Nos vestimos, nos peinamos, y esperamos a que fueran por nosotras para llevarnos a la salida. En la sala de espera estaba mi amiga, y antes de darle tiempo a preguntarle cómo me sentía le dije "estoy súper bien, no siento nada, me siento bien".
En seguida le dije que fuéramos a comer algo, que seguía teniendo mucha hambre. Me despedí de mi compañera de cuarto, nos dimos un abrazo y las gracias por la compañía. Hoy, a un día, sólo me duele el piquete donde me pusieron el suero. Y no me lo tomen a mal, pero me siento muy contenta, hasta el día me parece más bonito. Ahora sí, llegó el día a partir del cual me demostraré a cada instane que me quiero, que me amo, porque si yo estoy bien, mi hija, mi angelito, a quien más quiero en el mundo, también estará bien, si soy feliz también será feliz, y es también lo menos que podemos hacer por la semillita que no dejé que madurara en este mundo, pues sólo lo hubiera traído a sufrir, a pasar limitaciones, a ser mi barril de reproches que yo llenaría cada vez que me fuera mal, que tuviera otro sueño frustrado. Ahora es un querubín que nos cuida desde el cielo, aunque me tilden de ridícula, hipócrita o evasora de la realidad. Gracias a dios, no tengo ningún cargo de conciencia, y sólo quiero hacer las cosas bien, y ya no permitir que nunca más me falten al respeto.
Gracias por leerme
