Tendrá guagua en plena calle por amor a indigente
Joven rebelde debiera dar a luz esta semana, pero ni siquiera se ha hecho un control médico. ¡Glup!. "Por él dejé todas las comodidades", confiesa
A un costado del cauce del río Mapocho, cerquita de la avenida Recoleta, vive Marioly Cortez Barra (31), quien, a pesar de que está a punto de dar a luz, decidió permanecer al lado de su pareja, el indigente Patricio Alejandro Contreras Ramos (28).
Hace dos meses que están por esos pagos. Allí conviven con ratones del porte de un cordero, los infaltables curagüillas que les pintan el mono y el incesante tráfico de la avenida Cardenal José María Caro.
"Mi hijo se va a llamar Cristián Patricio Alejandro y debería nacer en cuatro o cinco días", explica la chiquilla a La Cuarta, sentada en un banco, a metros de su ranchita armada de pedazos de madera, frazadas, un colchón y otros objetos "reciclados".
Flechada
Marioly y el Pato se conocieron el 24 de diciembre del año pasado y desde esa fecha andan pegados como lapas.
"Para mí es medio raro vivir en la calle porque tengo familia y comodidades, pero por el Pato yo voy donde sea, porque lo amo con todo mi corazón. Cuando una está enamorada hace cualquier cosa, no te importa nada y vives el momento", comentó la cabra, mamurri de otros tres chicos, quienes viven repartidos entre sus familiares.
Quienes conocen a la Marioly comentan que se acostumbró a la calleja porque "le gusta ser libre y que nadie la mande".
La joven precisó que no se ha hecho controles médicos para saber cómo va la gestación del bebé, o sea, está entregada a "la buena de Dios".
Patricio espera con ansias la llegada del bebé, para quien ya tiene una veintena de juguetes.
"Me encanta estar en la calle. Es bonita la experiencia, pero sufrida, porque no sabes si al otro día vas a despertar vivo porque pueden hacerte daño", reflexiona.
Al preguntarles si están dispuestos a seguir vagabundeando con una guagua a cuestas, reconocen que preferirían tener un lugar seguro y acogedor para recibir al niño, pero que si no hay otra alternativa la calle será la vivienda para la familia.
"No me quiero ir a un hogar ni nada parecido. Lo que necesito es una pieza de tres por tres metros para criar a mi pequeño y donde estemos tranquilos. También me hacen falta frazadas, medicamentos y productos de limpieza, como champú y jabón, porque aunque vivas en la calle, igual hay que andar limpiecita", afirma la futura madre.
Por ahora sobreviven gracias a la buena voluntad de los transeúntes y la venta de latas, cartones y botellas.
¿A tanto llegará el amor, ah?.