Los obispos alemanes aceptan la píldora del día siguiente en caso de violaciones
Los prelados dicen que la víctimas deben recibir atención humana, médica, psicológica y espiritual
Juan Gómez Berlín 21 FEB 2013 - 19:11 CET12
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Los obispos católicos alemanes aprueban la administración de la llamada píldora del día siguiente a mujeres que hayan sufrido una violación. Los prelados católicos de Alemania consideran que los nuevos preparados farmacéuticos permiten un uso preventivo de la píldora durante las primeras horas anteriores a la fecundación. La Iglesia solo admite las que tengan un efecto preservativo, no abortivo sobre el cigoto. Las víctimas de una violación deben recibir, según los obispos, atención humana, médica, psicológica y espiritual, durante la cual podrán decidir si quieren tomar la píldora. La decisión pastoral, anunciada tras una conferencia de tres días en la ciudad alemana de Tréveris, sigue la disposición del arzobispo de Colonia, Joachim Meisner, que ya había permitido la administración de la píldora en los hospitales católicos de su diócesis.
A su vez, la decisión del cardenal Meisner vino precedida de una considerable controversia en la región renana, donde dos clínicas pertenecientes a sendas fundaciones católicas rechazaron, el pasado diciembre, administrar la píldora a una joven de 25 años que había sido drogada y probablemente violada. Una médico de urgencias le había recetado el medicamento y la había enviado a estos hospitales. Sus gerentes le negaron la píldora prescrita y además, rechazaron la petición de asegurar las posibles pruebas médicas de que la joven había sido violada. Adujeron que no podían tratar a una mujer después de un ataque sexual porque, en caso de embarazo, el informe médico de dicho tratamiento podría servir para justificar el aborto legal de la mujer violada. La doctrina de la Iglesia católica prohíbe cualquier interrupción voluntaria del embarazo. La joven tuvo que buscarse un tercer hospital para recibir tratamiento ginecológico después de la agresión.
Según el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Robert Zollitsch, la Iglesia alemana aprobó este cambio de parecer por unanimidad en Tréveris. Zollitsch, arzobispo de Friburgo, advirtió de que la píldora no debe ser utilizada como método anticonceptivo en las familias, sino como remedio en una situación extrema como la violación. Según dijo el jueves tras reunirse con sus colegas de toda Alemania, los avances médicos permiten usar píldoras que no provocan el aborto, sino que únicamente impiden la fecundación. Insistió en que la Iglesia no acepta ningún método que provoque la muerte del embrión, sea químico o mecánico. El Arzobispo pidió a los obispos alemanes que informen de los cambios a los médicos de sus respectivas diócesis.
Ya el precedente del arzobispo Meisner en Colonia, anunciado el 31 de enero, había provocado sorpresa entre los católicos. Hubo cierta confusión sobre si Meisner había obtenido o no el permiso del Papa saliente. Georg Gänswein, el secretario pontificio famoso por salir en las revistas de moda, desmintió informalmente que Benedicto XVI hubiera dado su visto bueno personal a la medida. Según recogía el miércoles el diario de Colonia Kölner Stadt-Anzeiger, Gänswein escribió en un correo electrónico que el arzobispo Meisner había dicho cosas que no son verdad. Acusado así de mentir, el prelado de Colonia aclaró que él había tratado el asunto con la Congregación para la Doctrina de la Fe y con la Academia Pontificia para la Vida.
La decisión de los obispos tiene base ginecológica. Las modernas píldoras del día siguiente, cuyo componente activo es el acetato de ulipristal, impiden la fecundación del gameto femenino al evitar la ovulación durante un plazo de 120 horas o más, que suele ser suficiente para que los espermatozoides no sobrevivan en el útero femenino. Las píldoras anteriores evitan que el cigoto, es decir el óvulo ya fecundado, anide en el útero. La Iglesia católica considera que el embarazo y con él la vida humana- empieza en el mismo momento de la fecundación. El Estado alemán estima que el embarazo empieza cuando el cigoto anida en el útero de la madre.
La Iglesia alemana ha protagonizado un buen número de controversias relacionadas con los embarazos y el aborto, que en Alemania está sujeto a una ley de plazos. En 2001, la Iglesia prohibió que sus organizaciones asesoren a las futuras madres. Las mujeres que deseen interrumpir legalmente su embarazo en las primeras 12 semanas deben presentar un certificado de asesoría. La Iglesia quiere evitar que estas mujeres usen certificados extendidos por organizaciones propias.