Foro / Maternidad

Carta de un niño abortado a su mamá

Última respuesta: 15 de noviembre de 2004 a las 20:20
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15/11/04 a las 20:14

MAMA: Aunque tú no quisiste que yo naciera, no puedo dejar de decirte mamá. Te escribo desde el cielo, para explicarte lo feliz que yo estaba desde que comencé a vivir en tú vientre. Yo deseaba nacer, conocerte y
pensaba que algún día llegaría a ser un niño alegre.

Soñaba con ir a la escuela y llegar a ser un hombre importante. Yo creía que cuando cumpliera los nueve meses de estar junto a tú corazón y naciera, todos se iban a alegrar en casa con mi llegada. Pero tú no
pensabas igual que yo. ¡verdad mamá? y un día cuando yo estaba contento jugando en lo más recóndito de tus, para mí divinas, entrañas sentí algo extraño... que no sabría explicarlo... algo que me hizo temblar.

Sentí que me quitaban la vida. Yo quise defenderme... pero la muerte, con su implacable y metálica voz, me sorprendió, cuando en tú vientre jugaba tan contento y solo pensaba en nacer para adorarte.

Entonces no comprendí quién me quitaba la vida, dime, mamá, Quien podría entrar impunemente dentro de tí y llegar hasta donde tan seguro me hallaba para matarme?

¿Quién sabia que estaba ahí? ¿Quién fue mamá, quién?
¿ Donde estabas tú que no me defendiste?

No se lo que llegue a pensar...perdóname, pero por un momento el negro cuerpo de la duda pasó por mi mente y creí que tú sólo habrías podido hacerlo.

Pero no, perdona mi mal pensamiento.¿ Como iba yo a comprender que una madre mataría a su hijo, cuando en la casa no estorban ni el gato, ni el perro , ni el televisor?

Ahora mamá, yo lo sé todo. Se que hay madres que matan a sus hijos antes de nacer. Madre ¿ como pudiste matarme? ¿Como es posible que hiciste tal cosa conmigo?

¿ Pensabas acaso comprar un lavaplatos o una lavadora con los gastos que yo ocasionaría? el mal consejo que te dieron lo escuchaste antes de oír tú corazón.

Yo, que tenía tantas ilusiones. Y tú me la quitaste todas. yo, que pensaba ser un buen ingeniero, un patriota, un revolucionario digno y capaz. Hubiera podido ser un buen hijo y un buen padre, pero tú me lo negaste todo.

¿ Sabes una cosa mamá? Ayer estuve hablando con Dios y le pedí que, por favor, me aclarase la verdad de mi muerte. El me abrazo con cariño y me dijo muchas cosas... Las palabras más maravillosas y alentadoras
que jamás escuché; las mismas que siempre soñé con escuchar en tus labios de madre, cuando todavía esperaba que me arrullaras en tus brazos. Me dijo también que solo El es el dueño de la vida y que nadie
tiene derecho ni poder para quitarla.

Por mis ojos caían torrentes de lágrimas, pero Dios me estrecho contra su pecho y me susurró tiernamente:
" Pequeño mío, si tú no tienes madre, Yo te daré la Mía" . Y me enseño a la Virgen. Y me ha dado todo lo que tú me negaste.

Mamá, antes de despedirme de tí voy a pedirte un favor: Que esta carta que te escribo se la leas a tus amigas y futuras mamás para que no cometan el monstruoso error que tú cometiste conmigo.

Te envío todo el cariño que hubiera querido darte con la vida y te pido te arrepientas de lo que hiciste con tu hijo que nunca nació.

Ver también

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15/11/04 a las 20:18

Carta de una niña
Querida Mamita:

Estoy ahora en el cielo, sentada en el regazo de Cristo. El me ama y llora conmigo porque me han destrozado el corazón. ¡Quería ser yo tu niña! Todavía no comprendo lo que ha pasado.

Desde el primer momento en que me dí cuenta de que existía, de que era un ser humano, me sentí muy feliz. Residía en un lugar obscuro, pero muy cómodo. Notaba que ya tenía deditos en mis manitas y en mis pies. Estaba bien adelantada en mi desarrollo aunque todavía no estaba lista para salir de mi habitación. Empleaba la mayor parte del tiempo pensando y durmiendo. Aún desde los primeros días de mi existencia se me desarrolló un tremendo apego por ti, mamita.

A veces, cuando te oía llorar, lloraba contigo. Otras veces gritabas y luego te ponías a llorar. Oía cuando mi papaíto contestaba gritándote enfadado. Esto me ponía muy triste pero esperaba que todo pasara pronto. A veces me preguntaba por qué llorabas con frecuencia.

En una ocasión lloraste todo el día. ¡Cómo padecí yo contigo! No podía imaginar siquiera la causa de tanta infelicidad. Ese mismo día ocurrió algo terrible. Un monstruo feroz se introdujo en mi habitación donde descansaba calentita y cómoda.

Sentí pánico y comencé a gritar desesperadamente, pero mis gritos no eran escuchados. Imagino que te tenían amarrada porque no hiciste el menor esfuerzo por socorrerme. Tal vez fue que nunca oíste la voz de mi desesperación.

El monstruo se me iba acercando más y más y yo con alaridos de horror te decía: ¡"Mami, Mami, socórreme por favor! ¡Mamaíta ayúdame!" ¡Estaba tan sobrecogida de terror! Grité y grité hasta más no poder. Entonces el monstruo comenzó a desprenderme los bracitos. ¡Cuánto me dolían! Sentía un dolor tan fuerte que nunca lo podré describir. Le rogué que me dejara, pero ni caso me hizo. Grité y grité horrorizada cuando me arrancó una pierna. Aunque el dolor era muy intenso me dí cuenta de que me estaba muriendo. Me torturaba pensar que nunca ibas a ver mi carita y que nunca te oiría decirme: "Te amo".

Yo quería secar tus lágrimas y que no lloraras más. ¡Había hecho tantos planes para hacerte feliz, mamita! Era imposible, todos mis sueños se me habían evaporado. Aunque estaba horrorizada y muy dolorida, mi quebrantado corazón era mi mayor dolor. ¡Cuánto deseaba yo ser tu hijita! Pero, ya no podía ser, me estaba muriendo por una muerte horripilante. Sólo podía imaginar las terribles cosas que te estaban haciendo. Antes de que me tiraran a la basura quería decirte: "Te amo mamaíta"; pero no sabía cómo hacértelo entender. De todos modos no hubiera tenido aliento para pronunciarlas pues estaba ya muerta.

Entonces sentí que me elevaba. Un poderoso ángel me llevó en sus brazos a un lugar hermoso; lloraba todavía, aunque ya mi dolor había desaparecido. El ángel me llevó donde Jesús y me depositó en sus brazos. Jesús me dijo que me amaba y que era mi Padre, ésto me hizo inmensamente felíz. Le pregunté al Señor qué era aquello que me había ocasionado la muerte y El me contestó suavemente: "El aborto, lo siento hija mía, sé lo que has pasado".

Yo no sé lo que quiere decir esa palabra aborto, pero imagino que es el nombre del monstruo que me tronchó la vida. Ahora te escribo mamita, para decirte que te amo... y para decirte: "¡Cuántos deseos tenía de ser tu hijita!". Hice todo lo imposible por sobrevivir, quería vivir. Tenía voluntad de vivir. Pero era tavía muy pequeña y el monstruo era demasiado fuerte para mí. Me succionó desprendiéndome los brazos y las piernas, y luego se tragó el resto de mi cuerpecito. En tales circunstancias era imposible sobrevivir, pero quería dejarte saber que traté y traté de quedarme contigo, pues yo no quería irme.

Mamita, también quiero decirte que te cuides mucho de ese monstruo, el aborto. Te amo y no quisiera que pasaras por el sufrimiento que pasé yo. Por favor mamita, cuídate mucho.

Te ama,

Tu bebita.

FUENTE: "Carta de una niña que no llegó a nacer". Carta escrita por una jovencita de 16 años y publicada en el AFA Journal, enero de 1990. Publicada con permiso en el boletín de Vida Humana Internacional Escoge la Vida (noviembre/diciembre de 1990) en el suplemento "Caminos de Esperanza".

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15/11/04 a las 20:20

Carta del hermano al hermanino no nacido
Mi querido hermano:

Hoy, mientras me miraba alegremente en los ojos de mi pequeño hijito, me pregunté cómo es posible que alguien pueda hacerle daño a una inocente criatura como ésta que no puede defenderse, y lloré por todos aquellos bebitos que fueron abortados, y no tuvieron la suerte que tuvo mi hijo de poder nacer y ser acunado en los brazos de una madre que lo esperó con amor e ilusión.

Aunque no tuve la inmensa dicha de conocerte en esta tierra, te quiero mucho mi hermano, pues a través de los ojos del alma te he vislumbrado. Sé que de haber podido nacer, tendrías el pelo negro de nuestro padre y los ojos vivos y alegres de nuestra madre; quizás hasta te parecerías en algo a mí. En esta carta, la cual con el favor de Dios espero que los ángeles te hagan llegar, quiero pedirte que perdones a nuestra madre por no haberte permitido nacer. Verás; ella no sabía lo que hacía cuando fue a aquella mal llamada "clínica", donde un médico sin escrúpulos; que sí sabía que abortar es matar; destrozó con la cureta tu pequeño cuerpecito que apenas comenzaba a formarse, y con él destruyó también el plan de Dios para ti. Nuestra madre, pobrecita, no supo lo que había hecho hasta pasados muchos años.

Un triste día ambas contemplamos horrorizadas la realidad del aborto homicida reflejada en unas fotos, verdaderas pruebas de que el aborto es un crimen. ¡Qué dolor tan grande sentimos, querido hermano, al ver aquellas fotos por vez primera y comprobar cómo debió de haber quedado tu pequeño cuerpecito después del aborto que te privó de la vida; y el cual, aunque han pasado ya años, nuestra querida madre no ha podido olvidar! Hermanito, ella todavía sueña contigo, acerca de cómo serías, y yo a veces, cuando nos reunimos los demás hermanos en la mesa familiar con nuestros padres, siento en mi corazón tu ausencia que hace que el grupo esté incompleto y me pregunto cómo sería tenerte aquí con nosotros.

Allá en el cielo, donde sé que gracias a la misericordia de Dios te encuentras, ruego a Él que te lleguen mis pensamientos, y te pido perdón en nombre de nuestra madre, a quien el inmenso dolor del arrepentimiento y la carga que ha llevado en su conciencia por tu muerte; no la han dejado expresar en palabras lo que de veras siente. Ruega a Dios por ella, pues aunque sabe que Él la ha perdonado porque no sabía lo que hacía, todavía te recuerda y piensa en lo mucho que te hubiera querido, si tú hubieras nacido. Pídele a Él por otras mujeres, para que no caigan en el mismo error que cayó mamá, por falta de conocimientos. Yo por mi parte te prometo, que aunque no pude salvarte a ti del aborto, otros niños sí se salvarán por mis esfuerzos, pues trabajaré para llevarles a sus mamás el mensaje que la nuestra no recibió.

Te quiere y te recuerda siempre tu hermana que espera, con el favor de Dios, encontrarse contigo algún día en la eternidad...

FUENTE: Anónimo, "Carta al hermano que no conozco," Escoge la Vida (enero/febrero de 1991), suplemento "Caminos de Esperanza". Escoge la Vida es el boletín de Vida Humana Internacional.

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