Quiero compartir con toda persona que quiera leerlo mi experiencia de la semana pasada cuando decidí interrumpir mi embarazo voluntariamente. Mi lucha personal es porque creo que no solo tiene que ser algo legal, si no ha de ser digno y respetable.
Tenía un atraso de dos semanas, como me venía notando dolores y el pecho hinchado yo esperaba cada día a que me bajara la regla, mosqueada compré un test de embarazo y me dio positivo en seguida, llamé al ginecólogo que después de hacerme una ecografía me dijo que estaba de siete semanas, le conté que yo no quería ser madre y le pedí consejo, él me aconsejó que fuera al médico de cabecera que me mandaría a una clínica concertada con la seguridad social que se llamaba Ginegranada, que él me aconsejaba ir allí porque era buena. La información que me habían dado en el centro de salud era que lo cubría la seguridad social todo menos un analgésico administrado por mascarilla, que si lo quería tenía que pedirlo allí y pagar 50, que sería con la técnica de aspiración y al ser un poco dolorosa, si me ponían el analgésico no me dolería, que era rápido, de 5 a 7 minutos pero que luego podría estar allí hasta dos horas y cuando me encontrara bien ya me iba. Hasta ahí todo bien, justo una semana después allí estaba, en Ginegranada.
Las dos horas de espera son antes de nada, después de esperar tres cuartos de hora habló conmigo la primera persona, me explicó lo mismo que ya me habían explicado, le dije que me hablara del analgésico, le pregunté si así no me dolería y me dijo que si (mi pareja estaba delante de testigo), firmé un papel y de nuevo a esperar media hora más, me hicieron una ecografía que confirmaba que era la semana 8 y una ginecóloga me hizo preguntas, yo le intenté explicar que normalmente fumaba un pelín de marihuana que si eso era relevante? ella al escuchar la palabra marihuana levantó una ceja automáticamente, empezó a hablarme en mal tono y no respondió a lo que yo preguntaba, tras esperar unos 20 minutos me llamaron, ya ahí tenía que entrar sola, cosa que no entiendo porque es como un espacio apartado y tapado con cortinas, pero son sus reglas, me dijeron que me desnudara de cintura para abajo y no me había bajado la cremallera cuando ya me estaban metiendo prisas, entré y la que me ponía la mascarilla sin escucharme de nuevo, empezó a meterme miedo, que iba a tener pesadillas y alucinaciones decía por fumar, aunque yo insistía en que fumaba muy poco y que ese día no había fumado, le pregunté que si merecía la pena ponerme la mascarilla porque me había metido miedo y me dijo que si quería que no me doliera que sí, me la puso y entraron no sé cuantas mujeres, me metieron mano sin decir ni pio pegué un repullo como es normal y ahí siguió el trato feo, me dolía y al estar tan convencida de que no sería así pues fue peor, me chillaban que no me moviera y que abriera los ojos yo nerviosa juro que lo intentaba con todas mis fuerzas pero me estaban estresando mucho con las voces y todas a la vez y nadie me tranquilizaba ni me decía nada, yo desconsolada pedí que por favor alguien me diera la mano y quería llorar porque me sentía mal tratada y ellas allí hablando entre ellas de sus cosas y pasando de mi. De pronto alguien dijo, ya está, sentí revuelo me dijo alguien, incorpórate, y para cuando lo hice, estaba mareada y allí solo había una mujer conmigo, me puso una compresa de abuela, me puso las bragas en los tobillos y me dijo levántate, lo hice y me fui para un lado y ella con cara de indiferencia y desde lejos me dijo ¿estás bien? Yo por orgullo dije que sí, me indicó el camino de nuevo donde estaba mi ropa y me dejaron sola, temblando de entre miedo y frio porque había sudado, alguien se asomó y me dijo si quería algo, dije que no, por orgullo de nuevo, que si podía vestirme. Un par de minutos después ya estaba fuera con la misma mujer del principio que indicándome el camino me decía que ahí era cuando le tenía que pagar los 50 (antes de traspasar la puerta y sentarnos, ¡ni que fuera a hacer un simpa vamos!) Ya quería salir de ahí lo antes posible, salí que me las pelaba y me hinché de llorar todo el camino hasta mi casa. Yo había buscado información por internet, y es por eso que ahora escribo aquí, no encontré casi nada. Ir a Ginegranada es la peor decisión que he podido tomar en mi vida, aconsejada por un ginecólogo que está claro que nunca más me va a ver el pelo. Y que conste que nada tuvo que ver con la interrupción del embarazo, yo tengo claro que ser madre no es lo que quiero en mi vida, tengo 31 años y pareja estable. Todas esas mujeres que componen ese equipo médico dejan mucho que desear como mujeres y como seres humanos, todas!
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