Mi niño tiene 5 meses, y desde antes de nacer su padre y yo acordamos que no iríamos a casas de fumadores habituales. Ni falta hace decir que nosotros no fumamos. Yo soy ex-fumadora, que parece ser que somos más radicales en estos temas, pero vamos, no sé si eso tiene que ver. El caso es que mi suegra fuma cual chimenea andante (uno cada 15 minutos), y yo ya me he tragado sus humos cada vez que he ido a su casa, porque es de las que fuma entre plato y plato en las comidas. Ni estando embarazada se pudo cortar delante mío, cuando el resto de la gente estuvo siempre pendiente de no fumar a mi lado.
El caso es que no hemos ido a su casa desde que nació el niño. Ella es doña comodona y estaba acostumbrada a que siempre fuéramos allí, ellos a nuestra casa contadas veces (vivimos a 40 km unos de otros). Ahora tienen que venir ellos cuando quieren ver al nieto. Os podéis imaginar las veces que le han visto: una por mes y dale gracias.
Bueno, el caso es que ella sigue diciendo que vayamos a su casa. Mi suegro sabe por qué no vamos allí, ya que yo se lo expliqué. Pero ella no lo sabe: ni mi suegro se lo ha dicho ni mi marido tampoco. Bueno, mi marido se lo ha intentado decir de forma muy sutil, pero nada, que no le interesa entenderlo.
El caso es que habíamos pensado en decirle que, si quería que fuéramos, que por favor ventilara bien las habitaciones donde fuéramos a estar con el niño, que no fumara en ellas después de ventilarlas y, por supuesto, que no fume delante de él (esto no creo que haga falta, es de cajón).
A ver, yo no soy quién para decirle lo que tiene que hacer en su propia casa. Por eso no voy. Si quieren, que vengan ellos. Pero como insisten, pues ¿qué es mejor: decirles que no vamos porque ella fuma o pedirle todas esas "condiciones" para que podamos ir?
Se aceptan todo tipo de opiniones, pero sin "acritú", eh???
Gracias, guapas, y besitos,
Ana