Foro / Maternidad

Me da panico el parto¡¡¡¡¡¡¡ necesito leer experiencias

Última respuesta: 31 de enero de 2011 a las 11:13
E
edda_5742900
5/12/10 a las 16:22

Hola me encantan los bebes y me entiernezen las mamas con sus barrigas pero en mi familia hems tenido muy mala suerte a la hora de dar a luz y he escuchado de todo que si cesarias vaginales, forces... me dan muchiisimo miedo los medicos y me da miedo pasar por todo eso. Quiero leer la experiencia de otras madre. Muchas gracias

Ver también

I
inka_8785582
8/12/10 a las 17:06

Parto natural en el hospital de sant pau (barcelona)
Me desperté de golpe a las dos de la mañana pensando: "poneme la epidural". J. roncaba a a mi lado, hacía muy poco que nos habíamos acostado, y además lo habíamos hecho tras declarar cuán cansados estábamos los dos. Me pareció que si las contracciones eran así de duras al principio, qué podía esperar para el final. Por suerte cuando me paré y empecé a moverme, a caminar, me senté en la pelota de goma, me balanceé con cada nueva contracción, así dolía mucho menos. Cuando llevaba como una hora y media así, decidí ducharme porque me parecía que venían cada tres o cuatro minutos. Esperé un rato más y lo desperté a J. Como ese día nos habían dicho que un primer parto como mínimo dura ocho horas, J. estaba muy tranquilo, se duchó también, se hizo un café y pensaba que era la típica y primera falsa alarma. Encontré un contador de contracciones online que me ayudó a darme cuenta de que íbamos mucho más allá de las recomendaciones (una contracción de un minuto cada cinco minutos), ya estábamos en cada dos o tres. Además, fue recién entonces que me di cuenta de que no tenemos reloj con segundero en casa. Cuando le dije a J. que me había salido un poco de sangre, decidimos llamar un taxi, pero hasta entonces la idea era ir caminando a buscar uno. A todo esto, las contracciones duraban ya un minuto y venían cada dos o tres. Yo estaba muy tranquila también porque me el dolor parecía completamente soportable, respirando bien, y entre contracciones realmente la cosa se calma como si nada sucediera. Había leído tanto sobre este momento, que incluso pensé, antes de despertar a J., en intentar dormirme un rato más. Imposible! Puedo asegurar que las contracciones acostada son insoportables.
Nos fuimos como pensando: todo el mundo va al pedo una vez al hospital. Yo iba re feliz, la verdad, tenía muchas ganas de parir. Me reía en el taxi porque me parecía que no tenía el conductor verdaderos motivos para estar saltándose los semáforos, salvo el tamaño exagerado de mi barriga, y la hora tan de madrugada. Al llegar al hospital la comadrona no me creía que llevaba dos horas y media de contracciones porque tenía 7cm de dilatación. Eso me recontra alegró y nos pusieron en una sala de dilatación con monitoreo de la beba, y ahí estuvimos otras dos horas y media, con contraccioines que ya eran horribles, pero con la respiración pude aguantarlas, más los masajes lumbares que me dio Juan en cada una de ellas. Inestimable ayuda. Fue muy intenso y bello. así estuvimos hastaque se rompió la bolsa. me entraron unas ganas de empujar fenomenales, y en uno de los pujos le toqué la cabeza a aimé! juan la vio, también, y salió corriendo a buscar a la comadrona. Ella quería convencerme de que podíamos esperar unas horas más, porque me tenían que poner un antibiótico por prevención,y yo estaba convencida de que no se podía esperar más que Aimé ya venía. Así que entre mis gritos al empujar, y que vio ella también que Aimé bajaba, me llevaron a la sala de partos. Ahí apareció la ginecóloga que tendría 27 años más o menos, y era muy dulce y suave, y aunque me hicieron poner los pies en los estribos, y acabaron haciéndome episiotomía, me respetó todo lo que le dije, y me explicó por qué debía hacer una cosa u otra. Juan la vio, además, con qué determinación ayudó a Aimé a salir (tirando de su cabeza, claro) y eso le produjo mucha admiración. Juan en general quedó muy admirado, o alucinado, de lo que vio en mí, con cuatro pujos salió Aimé violeta llorando muy poquito pero directa a la teta, fue muy muy intenso y absoluto, me sentí muy dueña de mi cuerpo y muy poderosa, la verdad. Y todo gritando como una descosida porque el dolor era mucho también. Las otras parturientas debían odiarme. Al final duró la cosa sólo 6hs y media, y estuvimos en el hospital menos de 4hs.

A
anisha_5499074
19/12/10 a las 16:27

Parto natural en hospital de sant boi
Hola Lidia, mi parto fue maravilloso, tuve suerte de conocer una comadrona que me llevó muy bien durante el parto. Claro que me dolía, pero mi comadrona me ayudo mucho. Te recomiendo tener tu peque en el hospital de Sant Boi, donde todas las comadronas están muy a favor del parto natural. Es que me daba mucho, pero mucho miedo la epidural. El equipo de ginecólogos es muy simpático y siempre te dan buenos consejos. .
Espero poder ayudarte.

A
an0N_870707399z
11/1/11 a las :06

Esta es mi experiencia..
No se si ya la habrás leido, la escribí hace casi 5 meses, los que va a cumplir mi duendecillo. Es muy larga, pero así fue mi experiencia, nunca pensé que fuera tan así

Hugo por fin decidió que ya estaba listo para formar parte de una nueva familia, LA NUESTRA.


1 Parte: LLEGADA AL HOSPITAL [14/08/10]

El ingreso en el hospital fue como yo tenía pensado, no sé porqué, podía haber sido por diferentes motivos, por contracciones regulares, por sangrado, por monitoreo,... pero no, desde el principio tenía asumido que ingresaría por rotura de bolsa y así fue.

Aquella tarde no habíamos salido a pasear como de costumbre, me encontraba bien, pero prefería descansar en el sofá.

Justo antes de preparar la cena, noté como un líquido caliente mojaba mis piernas; - otra vez! - pensé; - esto seguro que vuelve a ser una falsa alarma -, pero no, eso si era rotura de bolsa, no paraba de salir, y ni siquiera con una toalla era capaz de contener aquella fuente

Así, que de nuevo y sin cenar apenas, preparamos las bolsas y camino al hospital, estábamos esta vez muy tranquilos, ya habíamos hecho el ensayo el fin de semana anterior y sabíamos lo que nos esperaba.

Entre una cosa y otra llegamos al hospital cerca de las dos de la madrugada, me reconoció el ginecólogo y observo que tenía 80% del cuello borrado y 2 cm de permeabilidad, así que me dio el parte para ingresar.

Sin demasiada espera, vino un celador a por nosotros y subimos a la habitación, yo parecía un caracolillo dejando el rastro, y sin apenas poder andar porque llevaba una toalla entre las piernas,- ¿Quieres una sillita? - me preguntó el celador, - No! - contesté yo muy digna, oye! que me han traído en coche al hospital porque no había más remedio, pero a la habitación entro yo por mi propio pie, por mis mulas - jeje, con la buena idea que era lo del carrito, y yo mojándolo todo, pero hij@ la que es bruta, es bruta, jajaja.

En poco tiempo me tumbaron en monitores, lo de siempre, una media hora escuchando los latidos de Hugo y con un par de contracciones sólo. Así que me mandaron para la habitación y la matrona, Laura, me insistió en que descansara, que aún tenía por delante un duro trabajo, que no me preocupara que cuando me pusiera de parto lo iba a saber.

Así que nos instalamos en la habitación, como en un hotel estábamos, que lujo, eran nuestras vacaciones; el único inconveniente es que no había servicio de habitaciones para el acompañante, jejeje.

La noche pasó, las contracciones no eran dolorosas y pronto ya se hizo de día.

2 Parte: LA ÚLTIMA ESPERA [15/08/10]

El día pasaba lentamente y no había novedades, la matrona nos aconsejó que andáramos por el hospital, - mientras andas se producen contracciones, así se desencadenará el parto -. ¿Qué hay que andar? pues yo ando, vamos faltaría más, y los pasillos son poca cosa para mí, ¿dónde hay unas escaleras?, que me las bebo.

Así pasó el desayuno, la comida, la merienda y la cena, subiendo y bajando las escaleras de emergencia, 6 plantas nada más y nada menos que tenía el hospital, y creo que hice el récord. Si no las subimos 7 u 8 veces, no fue ninguna, al final del día tenía los gemelos con agujetas y el papi asfixiado detrás de mi.

Llegó la noche y mi cuerpo no daba señales de parto, Laura intentó todo lo que pudo junto con la ginecóloga, Reyes para no inducirme el parto, ya les había entregado mi plan de parto y sabían que no quería ninguna intervención externa ni innecesaria.

Pero las horas pasaban, concretamente 24 y Hugo no debería estar más tiempo sin líquido. Afortunadamente sus constantes vitales eran buenas, por lo que Reyes, decidió que se arriesgaba a esperarme 36 horas, sólo hasta las 8 de la mañana, pero con una condición, debería permitir que me colocaran una vía para inyectar antibiótico cada 4 horas. Las posibles infecciones que se pudieran producir por falta del líquido serían evitadas así.

La idea de tener una vía en el brazo, no me gustaba nada y no entraba dentro de mis planes, pero peor aún era la opción de inducirme el parto, así que accedí.

Laura me aconsejó que no me lo tomara como una competición, que intentara descansar durante la noche, y que me olvidara. Difícil misión me había encomendado, ¿cómo descansar pensando que dentro de 8 horas me inducirían el parto y que cada 4 horas me iban a poner un goteo de 15 minutos?... aún así cogí el sueño rápidamente, estaba muy cansada y el cuerpo se rindió.

3 Parte: TRABAJO DE PARTO. [3: AM]

Un fuerte dolor me despertó, no podía determinar exactamente de donde venía, parte era por los riñones, parte por la zona del vientre, y poco a poco se iba haciendo más fuerte. Mandé llamar a la matrona, y le comenté lo que estaba sintiendo, me llevó a monitores y afortunadamente todo se había puesto en marcha, ya sólo cabía esperar y dilatar completamente a base de contracciones, en mi caso dolorosas.

Al principio las contracciones eran soportables, podía compararlas con dolores fuertes de regla, y entre una y otra había una pequeña pausa, así pasé una hora.

Todo controlado. Laura me llevó a monitores y me dijo que tenía ya 3 cm de dilatación: - aquí es el momento de la epidural, sé que no la quieres, pero es para que lo sepas - Si los dolores son así, los soporto sin problemas........... ilusa de mi.

En cosa de minutos, las contracciones se hicieron tan seguidas, que apenas acababa una, empezaba la siguiente, e incluso se solapaban. Sobre las 7 de la mañana estaba exhausta, mi mente no podía controlar ya el dolor tan agudo y ya ni siquiera el agua de la ducha me confortaba. Estuve de pie, en cluquillas, a cuatro patas, tumbada boca arriba, boca abajo y de todas las posturas que mi mente podía imaginar.

Afortunadamente a mi lado estaba el papá, no hubiera podido soportar ni la mitad sin su ayuda, sabía en cada momento que es lo que necesitaba, aire, masajes, presión, agua, apoyo físico; después de tantas contracciones, él ya sabía cuando venía e iba una nueva contracción por mi forma de respirar, y actuaba en consecuencia, dejándome hacer cuando remitían.

Después de 8 horas con el interminable dolor, la nueva matrona, Carmen, ya que había cambiado el turno, vino a explorarme, y vio que sólo me quedaba muy poco por dilatar, así que con su apoyo y su indicación de que empujara con cada contraccion conseguí vaciar el canal de parto.

Empujar con cada contracción era un alivio, ya no había que controlar el dolor sino apoyarse en él, eso era un descanso para mi exhausto cuerpo.

- Listo! - comentó Carmen, - Yo te voy a asistir al parto, así que si quieres tenerlo aquí en la habitación, de pie, en cluquillas, sentada, como quieras, yo te apoyo -

Guau! lo que yo siempre habría deseado, ¡se iba a hacer realidad!, estaban respetando mi 'saveur fair' y me daban ¡la oportunidad de elegir!. Pero ahora que me daban la oportunidad de elegir, acabe optando por bajar a paritorio, necesitaba estar agarrada a algo para pujar fuerte, y la habitación no contaba con ningún elemento que me ayudara al expulsivo.

Así que vino el celador y entre contracción pujos y contracción pronto estuve en la sala de partos encima del 'potro'.

4 Parte: EL DESCANSO FINAL

La sala de partos se me hizo acogedora, recuerdo una habitación en azul, con un gran reloj blanco y un ambiente que para nada era de quirófano, sino más bien una sala de lactancia de cualquier moderno centro comercial.

Aunque sabía en todo momento quien estaba a mi alrededor, la mayor parte del tiempo tenía que hacer introspectiva a mi interior para ser dirigida por mis propios instintos a la hora de empujar. Sólo una voz conocida me sacaba del trance, la de Carmen.

Me alentó a tocar parte de la cabecita de Hugo cuando ya estaba cerca de nacer. Esperaba tocar su cabecita dura, pero todo lo contrario, toque una maraña de pelillos que cedían al tacto.

Pronto, y tras 25 minutos de pujos, por fin salió la cabecita, no hubiera sabido que solo faltaba por salir su cuerpecito a no ser porque Hugo saludó a la sala con un tímido llanto que cesó al momento.

Pude descansar un poco y Carmen me ofreció los hombros de Hugo para que yo le terminara de darle la bienvenida al mundo. No lo dudé ni un instante, y cogiéndole por debajo de los brazos con algo de dificultad, debido a la viscosidad de su cuerpo, en un último empujón pude sacarlo y a su vez ponerlo sobro mi pecho.

Su cabecita quedó mirando hacia mi ombligo, y su cuerpo cálido y resbaladizo, parecía sentirse seguro en mi pecho. No lloraba, permanecía quieto, y pude desliar mientras el cordón de sus piernecitas y disfrutar de un merecido descanso donde los dolores ya habían cesado.

Carmen alentó a su papá a que cortara el cordón umbilical, tras su negativa, Carmen, asombrada intentó persuadirle para que lo hiciera, pero tras su tercera negativa y viendo que no lo iba a convencer, estaba realmente emocionado o quizás nervioso para eso. Así que me lo ofreció a mi.

Cogí el instrumental, y corté ese trocito de piel; el último lazo que lo unía a mi.

Mientras el pediatra lo limpiaba un poco y lo pesaba, yo alumbraba la placenta, sin dolor y fácilmente. Impresionó su tamaño y grosor, sin duda Hugo había tenido una buena cama, con razón se negaba a salir, jeje.

Peso: 3.950 gr.
Talla: 54 centímetros

Todo un machote.

Aún no había podido verle la carita, así que esperé que estuviera en los brazos de papá para verle, ¿a quién se parecía? no lo supe, y aún ahora no lo sé. Lo importante, es que todo había salido tal y como yo había imaginado.

Ahora la rutina se va instaurando en mi, todo gira alrededor del duendecillo, y ya sin saberlo ha cambiado toda la estructura de mi vida.

Aún estoy esperando el llamado 'instinto maternal', quizás me llegue uno de estos días por MRW, mientras tanto intento disfrutar cada momento, y sin duda lo hago.

La vida se abre camino engalanada de un sentimiento inexplicable. Me desborda día a día con emociones encontradas, exentas de objetividad y colmadas de voluntad.

Todo esto no tendría ningún sentido sin ti, PAPÁ.

A
an0N_719135499z
31/1/11 a las 11:13
En respuesta a an0N_870707399z

Esta es mi experiencia..
No se si ya la habrás leido, la escribí hace casi 5 meses, los que va a cumplir mi duendecillo. Es muy larga, pero así fue mi experiencia, nunca pensé que fuera tan así

Hugo por fin decidió que ya estaba listo para formar parte de una nueva familia, LA NUESTRA.


1 Parte: LLEGADA AL HOSPITAL [14/08/10]

El ingreso en el hospital fue como yo tenía pensado, no sé porqué, podía haber sido por diferentes motivos, por contracciones regulares, por sangrado, por monitoreo,... pero no, desde el principio tenía asumido que ingresaría por rotura de bolsa y así fue.

Aquella tarde no habíamos salido a pasear como de costumbre, me encontraba bien, pero prefería descansar en el sofá.

Justo antes de preparar la cena, noté como un líquido caliente mojaba mis piernas; - otra vez! - pensé; - esto seguro que vuelve a ser una falsa alarma -, pero no, eso si era rotura de bolsa, no paraba de salir, y ni siquiera con una toalla era capaz de contener aquella fuente

Así, que de nuevo y sin cenar apenas, preparamos las bolsas y camino al hospital, estábamos esta vez muy tranquilos, ya habíamos hecho el ensayo el fin de semana anterior y sabíamos lo que nos esperaba.

Entre una cosa y otra llegamos al hospital cerca de las dos de la madrugada, me reconoció el ginecólogo y observo que tenía 80% del cuello borrado y 2 cm de permeabilidad, así que me dio el parte para ingresar.

Sin demasiada espera, vino un celador a por nosotros y subimos a la habitación, yo parecía un caracolillo dejando el rastro, y sin apenas poder andar porque llevaba una toalla entre las piernas,- ¿Quieres una sillita? - me preguntó el celador, - No! - contesté yo muy digna, oye! que me han traído en coche al hospital porque no había más remedio, pero a la habitación entro yo por mi propio pie, por mis mulas - jeje, con la buena idea que era lo del carrito, y yo mojándolo todo, pero hij@ la que es bruta, es bruta, jajaja.

En poco tiempo me tumbaron en monitores, lo de siempre, una media hora escuchando los latidos de Hugo y con un par de contracciones sólo. Así que me mandaron para la habitación y la matrona, Laura, me insistió en que descansara, que aún tenía por delante un duro trabajo, que no me preocupara que cuando me pusiera de parto lo iba a saber.

Así que nos instalamos en la habitación, como en un hotel estábamos, que lujo, eran nuestras vacaciones; el único inconveniente es que no había servicio de habitaciones para el acompañante, jejeje.

La noche pasó, las contracciones no eran dolorosas y pronto ya se hizo de día.

2 Parte: LA ÚLTIMA ESPERA [15/08/10]

El día pasaba lentamente y no había novedades, la matrona nos aconsejó que andáramos por el hospital, - mientras andas se producen contracciones, así se desencadenará el parto -. ¿Qué hay que andar? pues yo ando, vamos faltaría más, y los pasillos son poca cosa para mí, ¿dónde hay unas escaleras?, que me las bebo.

Así pasó el desayuno, la comida, la merienda y la cena, subiendo y bajando las escaleras de emergencia, 6 plantas nada más y nada menos que tenía el hospital, y creo que hice el récord. Si no las subimos 7 u 8 veces, no fue ninguna, al final del día tenía los gemelos con agujetas y el papi asfixiado detrás de mi.

Llegó la noche y mi cuerpo no daba señales de parto, Laura intentó todo lo que pudo junto con la ginecóloga, Reyes para no inducirme el parto, ya les había entregado mi plan de parto y sabían que no quería ninguna intervención externa ni innecesaria.

Pero las horas pasaban, concretamente 24 y Hugo no debería estar más tiempo sin líquido. Afortunadamente sus constantes vitales eran buenas, por lo que Reyes, decidió que se arriesgaba a esperarme 36 horas, sólo hasta las 8 de la mañana, pero con una condición, debería permitir que me colocaran una vía para inyectar antibiótico cada 4 horas. Las posibles infecciones que se pudieran producir por falta del líquido serían evitadas así.

La idea de tener una vía en el brazo, no me gustaba nada y no entraba dentro de mis planes, pero peor aún era la opción de inducirme el parto, así que accedí.

Laura me aconsejó que no me lo tomara como una competición, que intentara descansar durante la noche, y que me olvidara. Difícil misión me había encomendado, ¿cómo descansar pensando que dentro de 8 horas me inducirían el parto y que cada 4 horas me iban a poner un goteo de 15 minutos?... aún así cogí el sueño rápidamente, estaba muy cansada y el cuerpo se rindió.

3 Parte: TRABAJO DE PARTO. [3: AM]

Un fuerte dolor me despertó, no podía determinar exactamente de donde venía, parte era por los riñones, parte por la zona del vientre, y poco a poco se iba haciendo más fuerte. Mandé llamar a la matrona, y le comenté lo que estaba sintiendo, me llevó a monitores y afortunadamente todo se había puesto en marcha, ya sólo cabía esperar y dilatar completamente a base de contracciones, en mi caso dolorosas.

Al principio las contracciones eran soportables, podía compararlas con dolores fuertes de regla, y entre una y otra había una pequeña pausa, así pasé una hora.

Todo controlado. Laura me llevó a monitores y me dijo que tenía ya 3 cm de dilatación: - aquí es el momento de la epidural, sé que no la quieres, pero es para que lo sepas - Si los dolores son así, los soporto sin problemas........... ilusa de mi.

En cosa de minutos, las contracciones se hicieron tan seguidas, que apenas acababa una, empezaba la siguiente, e incluso se solapaban. Sobre las 7 de la mañana estaba exhausta, mi mente no podía controlar ya el dolor tan agudo y ya ni siquiera el agua de la ducha me confortaba. Estuve de pie, en cluquillas, a cuatro patas, tumbada boca arriba, boca abajo y de todas las posturas que mi mente podía imaginar.

Afortunadamente a mi lado estaba el papá, no hubiera podido soportar ni la mitad sin su ayuda, sabía en cada momento que es lo que necesitaba, aire, masajes, presión, agua, apoyo físico; después de tantas contracciones, él ya sabía cuando venía e iba una nueva contracción por mi forma de respirar, y actuaba en consecuencia, dejándome hacer cuando remitían.

Después de 8 horas con el interminable dolor, la nueva matrona, Carmen, ya que había cambiado el turno, vino a explorarme, y vio que sólo me quedaba muy poco por dilatar, así que con su apoyo y su indicación de que empujara con cada contraccion conseguí vaciar el canal de parto.

Empujar con cada contracción era un alivio, ya no había que controlar el dolor sino apoyarse en él, eso era un descanso para mi exhausto cuerpo.

- Listo! - comentó Carmen, - Yo te voy a asistir al parto, así que si quieres tenerlo aquí en la habitación, de pie, en cluquillas, sentada, como quieras, yo te apoyo -

Guau! lo que yo siempre habría deseado, ¡se iba a hacer realidad!, estaban respetando mi 'saveur fair' y me daban ¡la oportunidad de elegir!. Pero ahora que me daban la oportunidad de elegir, acabe optando por bajar a paritorio, necesitaba estar agarrada a algo para pujar fuerte, y la habitación no contaba con ningún elemento que me ayudara al expulsivo.

Así que vino el celador y entre contracción pujos y contracción pronto estuve en la sala de partos encima del 'potro'.

4 Parte: EL DESCANSO FINAL

La sala de partos se me hizo acogedora, recuerdo una habitación en azul, con un gran reloj blanco y un ambiente que para nada era de quirófano, sino más bien una sala de lactancia de cualquier moderno centro comercial.

Aunque sabía en todo momento quien estaba a mi alrededor, la mayor parte del tiempo tenía que hacer introspectiva a mi interior para ser dirigida por mis propios instintos a la hora de empujar. Sólo una voz conocida me sacaba del trance, la de Carmen.

Me alentó a tocar parte de la cabecita de Hugo cuando ya estaba cerca de nacer. Esperaba tocar su cabecita dura, pero todo lo contrario, toque una maraña de pelillos que cedían al tacto.

Pronto, y tras 25 minutos de pujos, por fin salió la cabecita, no hubiera sabido que solo faltaba por salir su cuerpecito a no ser porque Hugo saludó a la sala con un tímido llanto que cesó al momento.

Pude descansar un poco y Carmen me ofreció los hombros de Hugo para que yo le terminara de darle la bienvenida al mundo. No lo dudé ni un instante, y cogiéndole por debajo de los brazos con algo de dificultad, debido a la viscosidad de su cuerpo, en un último empujón pude sacarlo y a su vez ponerlo sobro mi pecho.

Su cabecita quedó mirando hacia mi ombligo, y su cuerpo cálido y resbaladizo, parecía sentirse seguro en mi pecho. No lloraba, permanecía quieto, y pude desliar mientras el cordón de sus piernecitas y disfrutar de un merecido descanso donde los dolores ya habían cesado.

Carmen alentó a su papá a que cortara el cordón umbilical, tras su negativa, Carmen, asombrada intentó persuadirle para que lo hiciera, pero tras su tercera negativa y viendo que no lo iba a convencer, estaba realmente emocionado o quizás nervioso para eso. Así que me lo ofreció a mi.

Cogí el instrumental, y corté ese trocito de piel; el último lazo que lo unía a mi.

Mientras el pediatra lo limpiaba un poco y lo pesaba, yo alumbraba la placenta, sin dolor y fácilmente. Impresionó su tamaño y grosor, sin duda Hugo había tenido una buena cama, con razón se negaba a salir, jeje.

Peso: 3.950 gr.
Talla: 54 centímetros

Todo un machote.

Aún no había podido verle la carita, así que esperé que estuviera en los brazos de papá para verle, ¿a quién se parecía? no lo supe, y aún ahora no lo sé. Lo importante, es que todo había salido tal y como yo había imaginado.

Ahora la rutina se va instaurando en mi, todo gira alrededor del duendecillo, y ya sin saberlo ha cambiado toda la estructura de mi vida.

Aún estoy esperando el llamado 'instinto maternal', quizás me llegue uno de estos días por MRW, mientras tanto intento disfrutar cada momento, y sin duda lo hago.

La vida se abre camino engalanada de un sentimiento inexplicable. Me desborda día a día con emociones encontradas, exentas de objetividad y colmadas de voluntad.

Todo esto no tendría ningún sentido sin ti, PAPÁ.

Para amebosi
Wow! que historia más bonita, es increible como cuentas los detalles, tanto que nos haces sentir las cosas.
A mi me da un poco de miedo el parto, pero leyendo cosas como las tuyas todos los pensamientos negativos se van.

Gracias por compartir tu hermosa experiencia!

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