Hola chicas, no dispongo de mucho tiempo para conectarme ahora al foro, pero os contaré mi experiencia.
El jueves día 13 ingresaba a las 8 de la mañana para que me hicieran una inducción, puesto que ese día hacía las 41 semanas de gestación y todavía no había sentido ni contracciones ni nada. Me dieron habitación y allí mismo me conectaron monitores, desde el principio comenzaron a salir reflejadas contracciones rítmicas cada 2 o 3 minutos, pero yo seguía sin notar nada. Vino a verme la matrona y me preguntó si tenía dolores, y yo le dije que no. Ella me contestó que estaba teniendo contracciones buenas de parto, así que me hizo un tacto y me dijo que todavía estaba verde, que no había dilatado, pero que le tocaba la cabecita al niño. Luego vino mi ginecólogo y me dijo lo mismo, y que no me lo inducirían hasta ver cómo evolucionaba con la dilatación.
A las 5 de la tarde todavía seguía en mi habitación con los monitores y mi ginecólogo volvió, ahí seguían mis contracciones, así que me hizo un tacto y me dijo que todo estaba igual que al principio, que no estaba dilatando nada. Yo seguía sin sentir dolores de parto y de vez en cuando notaba algo las contracciones.
Y claro, se supone que a mi niño con cada contracción le llegaba menos oxígeno, y me empecé a preocupar un poco.
Mi doctor me dijo que si me ponían la oxitocina a lo mejor tampoco dilataba, que yo tendría que tomar una decisión sobre qué hacer. Si yo seguía sin dilatar iba a alargar el posible sufrimiento de mi niño, aunque en los monitores salía que estaba bien, con sus latidos normales. Y que si no llegaba a dilatar (cosa probable) tendría que acabar con una cesárea.
Así que en vista de todo lo anterior le dije a mi ginecólogo que ya llevaba así 9 horas, que me parecían muchas, y que quería lo mejor para mi niño, y le dije que me hiciera la cesárea.
Como no había quirófano libre tuve que esperar otras dos horas más, y a las 19:20 horas por fin nació mi niño por cesárea. Recuerdo que en ese momento se me saltaban las lágrimas de la alegría de que por fin mi niño viniera al mundo, mi ginecólogo me dijo que el niño era grande. Ya había pasado todo y él estaba bien. A los 5 o 10 minutos la matrona me puso a mi niño en la cara y le cogió una manita para acariciarme con ella la mejilla. Yo no me podía mover ni tocarlo, así que comencé a darle besitos y a llorar. Sentía una emoción muy grande, única, ahí estaba mi retoño!
Pablo pesó 3'820 kg y midió 52 cm. Nació con mofletillos, y es un tragón. Estuve ingresada 5 días por la cesárea y el martes mi marido y yo volvimos a casa con él. Nos ha costado un poquito adaptarnos a sus horarios de lactancia, pero estamos muy contentos de tenerlo por fin en casa.
Bueno chicas, siento haber sido tan extensa. Espero que os vaya muy bien a todas y estéis pronto en casa con vuestros niños. Besitos.
Belén y Pablo (7 días)
